El Gigante de Arroyito será escenario de un duelo que trasciende lo futbolístico. River y Racing se enfrentan hoy a las 18:00 por los cuartos de final de la Copa Argentina, en un choque que tanto Marcelo Gallardo como Gustavo Costas no dudaron en calificar como una «final». El partido reúne todos los condimentos: rivalidad histórica, presión dirigencial, cuentas pendientes y una atmósfera cargada en las tribunas.
River llega en un momento crítico. La reciente eliminación de la Copa Libertadores ante Palmeiras desató una ola de cuestionamientos sobre el ciclo liderado por Gallardo, figura emblemática del club. El propio entrenador reconoció la gravedad del presente: «Me hago responsable de que el equipo no está teniendo respuestas», admitió. La seguidilla de cuatro derrotas consecutivas —algo que no sucedía desde 2010— puso en jaque el ánimo del plantel y encendió las alarmas en Núñez, donde una nueva caída podría igualar marcas negativas históricas de 1982 y 1967.
En contraste, Racing transita un presente soñado en la Copa Libertadores, con el esperado cruce ante Flamengo en el horizonte. La «Academia» llega con viento a favor y la confianza de un equipo que se reinventa bajo el mando de Costas. Sin embargo, los ecos de la polémica salida de Maximiliano Salas aún resuenan en Avellaneda. El delantero, que enfrentará hoy por primera vez a sus ex compañeros, será objeto de atención especial, tanto por parte de los jugadores como de los hinchas que lo recibirán con silbidos en su regreso.
El duelo no se limita a la cancha. Los dirigentes también protagonizan su propio partido. La transferencia de Salas desató un cruce de declaraciones entre Jorge Brito, presidente de River, y Diego Milito, su par racinguista. «La palabra es decepción con River como institución, con su presidente y con su secretario. No pudieron honrar su palabra», disparó Milito. Desde River, el secretario general Stéfano Di Carlo —aspirante a la presidencia del club— defendió la postura de Núñez: «Nunca le dijimos que no íbamos a ejecutar la cláusula, le dijimos que íbamos a hacer todo lo posible para llegar a un entendimiento».
La tensión también se palpita en los detalles organizativos. Racing manifestó su disgusto por la designación de Hernán Mastrángelo como árbitro y por la elección de la fecha, que favoreció a River. Además, los recorridos dispuestos para las hinchadas generaron nuevas protestas: mientras los simpatizantes millonarios recorrerán el trayecto más directo, los de Racing deberán afrontar un viaje 80 kilómetros más extenso hasta Rosario.
En el campo, la atención estará puesta en figuras como Marcos Rojo, que suele protagonizar duelos picantes frente a River, y Juan Fernando Quintero, aclamado por los hinchas racinguistas por su aporte clave en la obtención de la Copa Sudamericana. Los entrenadores, por su parte, admiten la presión del momento. Gallardo insistió en la necesidad de «una reacción totalmente distinta» y convocó al plantel a jugar «con huevos y pasión» tras la caída ante Deportivo Riestra. Costas, en tanto, buscará que la racha positiva continúe y que la confianza de la Libertadores se traslade al certamen nacional.
El telón está listo para un clásico que promete dejar huella. River, urgido por los resultados y el futuro de su conductor, se juega mucho más que un pase a semifinales. Racing, con la moral en alto pero envuelto en disputas internas y externas, buscará prolongar su buen momento. El fútbol argentino, una vez más, mira expectante un partido que puede marcar el rumbo de ambos clubes.