El Gobierno nacional vivió una semana cargada de acontecimientos políticos y económicos. Tras sortear las recientes turbulencias financieras, con el Banco Central interviniendo para contener al dólar y el riesgo país, el presidente Javier Milei reunió a su Gabinete antes de partir rumbo a Estados Unidos para asistir a la Asamblea General de la ONU y mantener un esperado encuentro con Donald Trump.
En la Casa Rosada, los ministros intercambiaban gestos de alivio tras el estrés de los días anteriores. Uno de ellos, visiblemente relajado, celebró el hecho de haber dejado atrás la incertidumbre cambiaria que obligó a la autoridad monetaria a vender 1.100 millones de dólares para mantener la banda cambiaria.
Milei llegó temprano y se dirigió a su equipo, que valoró el liderazgo directo del mandatario en la toma de decisiones políticas, una modalidad que no era habitual antes de la derrota electoral de La Libertad Avanza (LLA) en la provincia de Buenos Aires. Un funcionario cercano defendió la capacidad política de Milei, afirmando que si bien no disfruta del juego político tradicional, ha demostrado habilidades para navegar situaciones complejas, a pesar de no contar con las herramientas de un dirigente clásico.
El malestar de la semana anterior tuvo derivaciones internas. Karina Milei, hermana del presidente y figura clave en la estrategia libertaria, vivió momentos difíciles cuando se conoció que Eduardo «Lule» Menem, su principal aliado en la Secretaría General, había sido desplazado de la coordinación de la campaña nacional, tras errores en Corrientes y la derrota bonaerense. La noticia causó revuelo en los medios y Karina ordenó desmentir cualquier pérdida de poder de Menem. Sin embargo, dentro de LLA ya circulaba una reestructuración: Karina quedó al frente de la campaña, Santiago Caputo asumió la coordinación general y estratégica, Pilar Ramírez se encargó de la coordinación política y Lule Menem quedó relegado a la fiscalización, detrás de otros responsables en la nueva organización.
Mientras tanto, el PRO también se reactivó con la vuelta pública de Mauricio Macri, quien encabezó una reunión partidaria en la que convocó a sus dirigentes a apoyar a un gobierno que definió como «frágil» y dividido. Macri instó a trabajar en unidad, especialmente de cara a las elecciones del 26 de octubre y a las próximas disputas en el Congreso, como la reforma del régimen de los Decretos de Necesidad y Urgencia (DNU), ante una oposición que busca debilitar al oficialismo.
En la cumbre del PRO, participaron figuras como Diego Santilli, Fernando de Andreis, Florencia de Sensi y Ana Clara Romero, mientras que la vicegobernadora de Santa Fe, Gisela Scaglia, se ausentó por motivos políticos. Cristian Ritondo, enlace con el Gobierno, también estuvo presente, aunque no es candidato en esta contienda. Los presentes expresaron críticas hacia los candidatos propuestos por LLA en los distritos, considerándolos poco competitivos. En la provincia de Buenos Aires, señalaron que el perfil «muy antiperonista» de José Luis Espert, cabeza de lista para diputados nacionales, podría dificultar la recuperación electoral tras la reciente derrota de 13 puntos.
Macri recalcó la necesidad de que el PRO actúe como «el adulto en la sala» para garantizar un cambio sostenible, aunque dejó en claro que tras las elecciones, el partido pasará a la oposición y reorganizará su estructura. Ante la prensa, reveló que llevaba un año sin dialogar con el presidente Milei, marcando distancia pero manteniendo la colaboración coyuntural.
En otro frente, el Gobierno investiga un reciente viaje de funcionarios de la SIDE a una cumbre de servicios secretos en Asia Central. El itinerario incluyó una escala en Bakú, Azerbaiyán, coincidiendo con la realización de una carrera de Fórmula 1 que atrajo la atención de los enviados argentinos. La posible participación en el evento deportivo ha generado preocupación en la administración de Milei, que rechaza el gasto superfluo y busca diferenciarse de las prácticas tradicionales de la política.
Estos episodios revelan la complejidad y el dinamismo del tablero político argentino, donde las internas, las alianzas y la reorganización de fuerzas anticipan semanas decisivas de cara a las próximas elecciones.