El Gran Premio de Italia de Fórmula 1 no quedará en la memoria de los fanáticos por sus emociones, pero sí dejó una imagen que retrata el duro momento de Franco Colapinto en Alpine. El piloto argentino, que llegaba a Monza con ilusiones renovadas tras su mejor resultado en Países Bajos, terminó 17° y se fue del circuito con un sabor amargo, especialmente por una polémica decisión de su equipo en la última vuelta.

En una carrera que se caracterizó por la falta de acción –Max Verstappen se llevó una victoria contundente y no hubo incidentes destacados ni autos de seguridad–, Colapinto volvió a padecer las limitaciones de su Alpine, uno de los coches menos competitivos de la parrilla. A pesar de esto, el pilarense había conseguido superar en pista a su compañero Pierre Gasly tanto en clasificación como en el desarrollo de la competencia.

El fin de semana empezó cuesta arriba para el argentino. El viernes, tras ceder su auto al joven Paul Aron en la primera práctica (donde el novato firmó el peor tiempo), Colapinto fue último en la segunda sesión. Sin embargo, el sábado mostró una mejora: logró ubicarse por delante de Gasly tanto en la tercera práctica como en la clasificación, quedando a apenas 155 milésimas de ingresar en la segunda tanda. Esto renovó su ánimo de cara al domingo.

Ya en la carrera, la falta de ritmo del Alpine fue evidente. Colapinto se mantuvo lejos de los puntos y, como él mismo contó, «estuve muy solo toda la carrera». Salvo un error en la vuelta 31, cuando se pasó en la chicana con neumáticos desgastados y perdió el 12° lugar ante Gasly, el argentino supo mantener a raya a su compañero durante buena parte de la competencia, incluso tras la parada en boxes que lo relegó al fondo del pelotón.

Con las estrategias de paradas y algunos abandonos (Hulkenberg y Alonso), Colapinto llegó a ubicarse 16°, por delante de Gasly, quien había largado desde boxes tras cambiar su unidad de potencia. Sin embargo, a metros del final llegó una inesperada orden desde el muro de Alpine: su ingeniero Stuart Barlow le pidió «urgentemente» que intercambiara posiciones con Gasly en la curva 8. Colapinto, visiblemente agotado y decepcionado, acató la instrucción sin comprender el motivo, ya que el francés tampoco tenía chances de sumar puntos.

«No sé, no sé, no sé…», fue la respuesta del argentino cuando le consultaron por la razón de la orden al finalizar la carrera, evidenciando su descontento y resignación. La imagen de Colapinto saliendo de la zona mixta, exhausto y con gestos de frustración, resumió el clima que reinaba en el box de Alpine tras una actuación opaca en uno de los templos de la velocidad.

El contraste con lo ocurrido en Países Bajos una semana antes, donde Colapinto había alcanzado su mejor resultado con el equipo (11°) y recibido el elogio de Flavio Briatore, fue notorio. En Monza, el argentino nunca tuvo una oportunidad real de destacarse y, aunque su rendimiento individual fue superior al de Gasly durante el fin de semana, la decisión del equipo priorizó al piloto francés en el cierre.

Pese a la bronca, Colapinto rescató algunos aspectos positivos: «Fue una carrera muy larga y dura para nosotros. Nos faltó bastante, hay que mejorar para la próxima», analizó con autocrítica, recordando que el Alpine sigue lejos del nivel de las escuderías punteras.

El próximo desafío para el argentino será el Gran Premio de Azerbaiyán, un circuito especial donde el año pasado, a bordo de un Williams, consiguió sus primeros puntos en la máxima categoría. Con dos semanas por delante, Colapinto buscará aprovechar el descanso y el conocimiento del trazado para volver a ilusionarse con un resultado que lo acerque a la zona de puntos y le permita dejar atrás la frustración de Monza.