En una jornada cargada de emociones y bajo una fuerte presión, el Manchester United consiguió un agónico triunfo 3-2 sobre el Burnley en Old Trafford. El héroe de la tarde fue Bruno Fernandes, quien se reivindicó tras fallar un penal la semana pasada y convirtió desde los once metros en el minuto 96, permitiendo al equipo de Rúben Amorim sumar su primera victoria en esta edición de la Premier League.

El partido tuvo un desarrollo frenético y no estuvo exento de polémicas. El United, aún golpeado por la reciente eliminación en la Copa de la Liga ante el modesto Grimsby Town y el empate ante Fulham, necesitaba urgentemente sumar de a tres para disipar las dudas sobre su rendimiento y el futuro de su entrenador.

El marcador se abrió de manera insólita para los locales. Casemiro impactó de cabeza y la pelota dio en el travesaño; en el rebote, Josh Cullen, del Burnley, terminó marcando en su propio arco. Sin embargo, la ventaja no fue bien administrada por los de Amorim, que desperdiciaron claras ocasiones para ampliar el marcador y lo terminaron pagando caro en el complemento.

En los primeros minutos de la segunda parte, Burnley igualó el encuentro a través de Lyle Foster, quien apareció libre en el área y no perdonó. El United reaccionó rápido y, tras una gran jugada de Diogo Dalot, Bryan Mbeumo puso el 2-1 para los de Manchester. Pero la alegría duró poco: Jaidon Anthony, atento a un rebote corto que dejó el arquero Bayindir, igualó nuevamente el marcador.

El clima se volvió cada vez más tenso en Old Trafford. Cuando el empate parecía sentenciado y la sombra de una nueva frustración se cernía sobre el equipo, una acción en tiempo de descuento cambió el destino del partido. Anthony cometió una infracción sobre Amad Diallo dentro del área, jugada que fue revisada por el VAR y que el árbitro sancionó como penal.

La responsabilidad recayó en Bruno Fernandes, quien días atrás había sido blanco de críticas por fallar un penal contra Fulham. Esta vez, el portugués no dudó y, con categoría, definió para sellar el 3-2 final desatando la euforia en las tribunas y dando un respiro a Rúben Amorim, cuya continuidad comenzaba a ser cuestionada.

El agónico triunfo no solo le otorga un poco de tranquilidad al entrenador, sino que también deja al equipo con la esperanza de enderezar el rumbo en la Premier. No obstante, el United mostró falencias defensivas y una preocupante irregularidad que aún generan incertidumbre de cara al futuro.

Por lo pronto, la victoria sobre Burnley representa mucho más que tres puntos: es un bálsamo en medio de una semana complicada y una señal de que, pese a los altibajos, el United aún tiene margen para reaccionar.