En el corazón de Morón, rodeado de amigos y bajo la mirada atenta de su madre, Milo J se prepara para una nueva sesión de fotos. El joven rapero, que a sus 18 años ya es una figura indiscutida de la música urbana, no deja pasar el detalle: pide su diente de oro, símbolo de su identidad artística y guiño a íconos del rap internacional como Wiz Khalifa y Travis Scott. Pero hoy, Milo J está listo para un salto inesperado: lanza La vida era más corta, un disco de folklore que desafía los límites y expectativas de su carrera.
Con tan solo dos años de exposición meteórica tras publicar sus primeros temas en YouTube a los 15 años, Camilo Joaquín Villaruel –su verdadero nombre– fue sumando éxitos como Milagrosa y Bajo la piel, colaboraciones con pesos pesados como Bizarrap, Nicki Nicole y YSY A, y un debut discográfico que lo catapultó al centro de la escena. Sin embargo, fiel a su espíritu inquieto, Milo J no se conformó con el lugar que había conquistado en la música urbana. Ahora, apuesta por un álbum de folklore que sorprende por su madurez y frescura, fusionando sonidos tradicionales con el pulso contemporáneo que lo caracteriza.
El proceso creativo de La vida era más corta fue tan intenso como inusual: Milo J trabajó en simultáneo en este disco y en 166, alternando jornadas de grabación diurnas dedicadas al folklore y sesiones nocturnas para su trabajo urbano. “La línea artística tendría que haber sido 111 y La vida era más corta, pero apareció 166 en el medio porque sentí que tenía que salir ya”, explica. La producción estuvo a cargo de Santi Alvarado, músico santiagueño con vasta experiencia en el género, y gran parte del álbum se grabó en el mítico estudio Unísono, asociado a Gustavo Cerati y la historia grande del rock nacional.
El resultado es una obra ambiciosa que no reniega de la raíz urbana de Milo J pero abraza con respeto y audacia el folklore: sampleos de Tránsito Cocomarola, Violeta Parra, Fito Páez y Toto La Momposina conviven con la participación de figuras como Silvio Rodríguez, Soledad Pastorutti, Nicki Nicole, Trueno, la murga uruguaya Agarrate Catalina y hasta un dúo póstumo con Mercedes Sosa en Jangadero. Bandoneón, charango y sintetizadores diseñados a medida completan un paisaje sonoro donde lo viejo y lo nuevo dialogan sin prejuicios.
La inclusión de grandes invitados no es una casualidad: Milo J ha construido su camino rodeado de amistades y colaboraciones, desde su propio barrio hasta escenarios internacionales. Celebró el éxito de 166 con un show en el Club Deportivo Morón –del cual incluso es patrocinador– donde reunió a artistas de todos los géneros, demostrando que su visión de la música va más allá de las etiquetas. Más recientemente, junto a Mex Urtizberea, impulsó el proyecto ¡FAlklore!, una audaz fusión de folklore y formatos televisivos que reunió en el Movistar Arena a referentes como Soledad, Teresa Parodi y Los Manseros Santiagueños.
El propio Milo J reconoce el vértigo de los últimos años y la necesidad de encontrar un ritmo propio. “Quise disfrutar el presente y no siempre lo logro”, confiesa, aludiendo al vértigo de las giras y la ansiedad del músico joven. Sin embargo, el lanzamiento de este disco parece marcar una pausa reflexiva, un regreso a las raíces y una apuesta artística que ya despierta expectativas: el 18 de diciembre realizará su mayor presentación hasta la fecha en el estadio Vélez Sarsfield, convirtiéndose en el artista más joven en pisar ese emblemático escenario.
Para Milo J, el folklore es más que un experimento: es un reencuentro con la música de su infancia y una forma de buscarse a sí mismo en un contexto donde el trap y la llamada “música urbana” ya resultan etiquetas insuficientes. “El trap argentino es increíble, pero es hora de buscar nuestro propio camino”, afirma, destacando la evolución de colegas como Trueno, Wos, Dillom y Cazzu. Con La vida era más corta, Milo J no solo desafía los géneros, sino que redefine lo que significa ser un artista joven en la Argentina de hoy.