El comercio internacional atraviesa una crisis sin precedentes tras la imposición de fuertes aranceles por parte de Estados Unidos, una política aplicada durante el mandato de Donald Trump. Según alertó Ngozi Okonjo-Iweala, directora general de la Organización Mundial del Comercio (OMC), la proporción del intercambio global que opera bajo las reglas tradicionales de la entidad cayó más de un 70%, situándose apenas en el 72%. Se trata de la mayor alteración registrada en las normas comerciales internacionales en las últimas ocho décadas.
En una entrevista concedida a Reuters al inicio de su segundo mandato, Okonjo-Iweala describió el actual panorama como el de una «perturbación histórica» del sistema comercial global. Señaló que la reducción del volumen de operaciones bajo los términos de nación más favorecida —que exige trato igualitario entre los miembros de la OMC— es consecuencia directa de las políticas proteccionistas implementadas por Estados Unidos.
El cambio de rumbo comenzó cuando la administración de Donald Trump decidió establecer aranceles del 50% a diversas importaciones, alterando de manera radical las reglas del juego. Desde entonces, la confianza en el sistema multilateral de comercio ha menguado, al punto de que la propia OMC advierte que la caída podría profundizarse aún más si no se revierte la tendencia.
La reacción internacional no tardó en llegar. Brasil, uno de los principales socios comerciales de Estados Unidos en Sudamérica, inició un proceso formal de evaluación para responder a la nueva política arancelaria estadounidense. Por primera vez, el gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva instruyó a la Cámara de Comercio Exterior (Camex) a analizar la posibilidad de aplicar su propia ley de reciprocidad. La medida busca establecer contramedidas, como nuevos aranceles o sanciones, en respuesta directa a las tarifas impuestas por Washington.
Fuentes del Ministerio de Relaciones Exteriores brasileño (Itamaraty) confirmaron que el canciller ordenó avanzar en este estudio, marcando un hito en la relación bilateral y abriendo la puerta a una posible escalada comercial entre ambos países. El objetivo de Brasil es defender sus exportaciones y evitar el impacto negativo sobre sectores clave de su economía.
Por su parte, México también se vio obligado a tomar medidas inmediatas. Ante la amenaza de nuevos aranceles, el país decidió frenar temporalmente sus envíos hacia Estados Unidos. Esta decisión busca contener el impacto de las barreras comerciales y ganar tiempo para evaluar alternativas que protejan a sus productores y exportadores.
La advertencia de la OMC es clara: el sistema de comercio mundial enfrenta cuestionamientos crecientes sobre su previsibilidad y eficacia. La caída en la proporción de operaciones bajo las reglas multilaterales, que ya ronda el 28% y puede continuar descendiendo, expone la fragilidad del actual orden económico global.
La situación actual plantea interrogantes sobre el futuro de la cooperación internacional en materia comercial. Si la tendencia proteccionista se consolida, podría desencadenar una ola de medidas similares en otros países, generando una espiral de represalias que afectaría tanto a las grandes potencias como a las economías emergentes.
En este contexto, la OMC enfrenta el desafío de restablecer la confianza en sus mecanismos y promover el diálogo entre sus miembros para evitar una fragmentación aún mayor del comercio global. Por el momento, la incertidumbre domina el escenario, mientras las grandes economías evalúan sus próximos pasos en un tablero cada vez más complejo y disputado.