Los mercados financieros argentinos atraviesan días de incertidumbre ante la expectativa de un salvataje internacional liderado por la administración de Donald Trump. Sin embargo, la ayuda externa, lejos de ser un alivio incondicional, llegaría sujeta a exigentes condiciones: ajuste en el régimen cambiario y una disciplina política reforzada en el gobierno de Javier Milei.
El Banco Central (BCRA) sorprendió al cierre del viernes reintroduciendo restricciones cruzadas entre el dólar oficial y los financieros, medida que busca contener la brecha cambiaria. Esta decisión se suma a una serie de maniobras de emergencia implementadas por el Gobierno durante la semana, con el objetivo de estabilizar el mercado en la antesala de las próximas elecciones legislativas. No obstante, voces especializadas advierten que las soluciones adoptadas tienen un efecto limitado y podrían generar nuevas turbulencias luego del 26 de octubre.
El respaldo de la Casa Blanca fue clave para calmar los mercados y permitir un descenso de las tasas de interés. Sin embargo, analistas sostienen que este apoyo podría ser apenas una tregua. «El rescate de Trump, en el mediano plazo, no reduce las posibilidades de una devaluación; por el contrario, las aumenta», alertó un reconocido consultor económico a sus clientes, señalando que cualquier inyección de fondos de Estados Unidos requeriría cambios de fondo en la política cambiaria y un ajuste en el valor del dólar.
El propio asesor de bancos e industrias remarcó que la euforia inicial de los mercados podría sostenerse por un corto plazo, pero advirtió que Estados Unidos exigirá a Milei «hacer las cosas bien» tras las elecciones. En línea con estas advertencias, Gita Gopinath, hasta hace poco número dos del Fondo Monetario Internacional (FMI), expresó que el apoyo estadounidense ayuda a evitar saltos especulativos en el dólar, pero que Argentina necesita adoptar un tipo de cambio más flexible, acumular reservas y lograr consenso interno para sus reformas.
En reuniones reservadas, directivos del banco estadounidense J.P. Morgan manifestaron su preocupación sobre la capacidad de Milei para impulsar cambios estructurales después del recambio legislativo, incluso si los resultados electorales son favorables. Las dudas sobre la gobernabilidad se ven acentuadas por la percepción de falta de cohesión en la coalición oficialista y la reciente autocrítica del ministro de Economía, Luis Caputo, quien asumió su parte en el deterioro político y prometió mayor colaboración con el Congreso. Sin embargo, referentes legislativos de La Libertad Avanza consideran que el intento de recomponer relaciones con «la casta» llega demasiado tarde y que el desgaste político es irreversible.
La fragilidad política aceleró el quiebre de un programa económico que, apenas una semana atrás, parecía encaminado. El anticipo de 7.000 millones de dólares de las cerealeras, que sirvió para fortalecer las reservas en lo inmediato, podría agravar el panorama en los próximos meses. De acuerdo con Pablo Moldovan, director de C-P Consultora, la situación de cara a octubre es especialmente delicada, por tratarse de un mes históricamente complejo para las reservas y con menor control sobre la formación de activos en el exterior.
El Tesoro sumó unos 1.700 millones de dólares tras operaciones extraordinarias, pero el margen de maniobra se agota, y el regreso de restricciones en el mercado cambiario amenaza con ensanchar la brecha e incentivar expectativas de devaluación. «A más cepo, más brecha; a más brecha, menos incentivos para liquidar», resume Moldovan, advirtiendo sobre el riesgo de una espiral de desconfianza.
En este contexto, la plaza financiera se pregunta cuánto está dispuesto a invertir Donald Trump y bajo qué condiciones, y si el esquema actual será suficiente para disipar las dudas de los mercados y restaurar la confianza de los ahorristas. Por ahora, la respuesta parece estar atada a la capacidad del Gobierno de avanzar en reformas estructurales y demostrar fortaleza política tras las elecciones de octubre.