River Plate llega a un momento crucial de la temporada: el jueves enfrenta a Racing en los cuartos de final de la Copa Argentina, en el Gigante de Arroyito. El partido representa más que una chance de avanzar: se trata de una oportunidad ineludible para revertir una racha negativa que amenaza con desbordar la paciencia de todos, incluso bajo el mando de Marcelo Gallardo.
El equipo no logra encontrar el rumbo. Tras múltiples pruebas de nombres y esquemas, el entrenador no ha dado con la fórmula adecuada y el funcionamiento colectivo no aparece. Gallardo lo reconoce abiertamente: “Probamos de diferentes maneras, dimos oportunidades y el equipo no fluyó”, admitió el técnico, asumiendo la responsabilidad del presente. Sin embargo, lejos de bajar los brazos, reafirmó que seguirá intentando encontrar respuestas, convencido de que cada partido deja nuevas enseñanzas y de que el trabajo constante es la única vía posible.
El desafío para el Muñeco es doble. Por un lado, el tiempo juega en contra: los resultados no llegan y la presión crece. Por el otro, aún cuenta con el respaldo de la dirigencia y de buena parte del plantel, lo que le otorga cierto margen para buscar la reacción. La clave, según Gallardo, pasa por un cambio de actitud: “Si hay algo que no puede faltar es jugar con pasión. El fútbol se juega con pasión. Luego, si errás pases o te perdés un gol, eso puede pasar, pero el equipo que me representa es el que juega con pasión y lo sostiene”.
El entrenador analiza que la falta de individualidades en un gran nivel afecta la dinámica del grupo. “Cuando tenés jugadores en siete u ocho puntos, eso atrae y ayuda al crecimiento. Cuando no, hay que trabajar en conjunto y eso demora más”, explicó. Hoy, River carece de esas figuras sobresalientes que empujen al resto, por lo que el esfuerzo colectivo y el temple se vuelven indispensables.
Para el encuentro con Racing, se espera un equipo similar al que inició frente a Palmeiras, aunque con la posibilidad de incluir dos delanteros. Uno de los interrogantes es la presencia de Sebastián Driussi, quien está en proceso de recuperación de una lesión muscular sufrida dos semanas atrás y su participación es poco probable.
Más allá de los nombres y el sistema táctico, lo esencial será la actitud con la que River salte al campo de juego. En palabras de Gallardo, la personalidad, la templanza y el coraje son imprescindibles para revertir este momento adverso. La exigencia de ganar no solo responde a la necesidad de avanzar en el torneo, sino a la urgencia de calmar una “olla de presión” que amenaza con explotar si la recuperación no se concreta pronto.
River enfrenta así una verdadera final anticipada. La magnitud del desafío no solo pone a prueba la capacidad táctica del entrenador, sino también la fortaleza emocional del grupo. El jueves en Rosario, el equipo de Gallardo se juega más que un paso a semifinales: la posibilidad de sostener un proyecto y evitar un colapso inesperado en uno de los ciclos más exitosos de su historia reciente.