En Avellaneda, el clásico entre Racing e Independiente dejó una serie de emociones intensas y oportunidades perdidas que mantuvieron en vilo a los hinchas hasta el pitazo final. Si bien ninguno de los equipos logró romper el empate, el partido estuvo lejos de ser intrascendente: ambos vivieron momentos de tensión, incertidumbre y, sobre todo, de oportunidades que podrían haber cambiado el rumbo del duelo.
La expectativa era alta para Racing, que atraviesa un presente dulce: recientemente logró clasificarse a las semifinales de la Copa Libertadores después de 28 años y tiene por delante un cruce inminente ante River por la Copa Argentina. Sin embargo, el equipo no pudo trasladar ese envión anímico al campo de juego en el clásico barrial, donde la historia suele pesar más que cualquier actualidad.
El desarrollo del primer tiempo mostró a Racing con una postura ambiciosa. Desde el inicio, sus laterales se adelantaron y la presión alta permitió que Agustín Almendra dispusiera de una clara situación apenas a los treinta segundos, pero su remate salió por encima del travesaño. El dominio inicial fue de la Academia, que asfixió a Independiente y buscó abrir el marcador por medio de sus extremos, principalmente Gabriel Rojas y Gastón Martirena. Aun así, las llegadas más peligrosas no se concretaron y la efectividad frente al arco rival brilló por su ausencia.
Con el correr de los minutos, Independiente logró serenarse. Bajo la conducción de Luciano Cabral, el Rojo comenzó a encontrar espacios y a triangular por las bandas, complicando a la defensa rival. Matías Abaldo y Santiago Montiel fueron las principales cartas ofensivas en este tramo. La visita llegó a convertir en dos ocasiones, pero los gritos fueron ahogados por el juez de línea, que sancionó posiciones adelantadas. Además, una jugada confusa en el área chica fue resuelta in extremis por la defensa de Racing.
El árbitro Nicolás Ramírez fue protagonista involuntario, cobrando infracciones menores y dejando pasar algunas jugadas polémicas, como una falta de Bruno Zuculini sobre Kevin Lomónaco que generó discusión. El VAR respaldó la decisión arbitral, pero la actuación del juez dejó disconformes a ambos públicos.
En el complemento, el partido se inclinó a favor de Independiente en cuanto a generación de peligro. Racing perdió claridad tras la lesión de Almendra y su reemplazante Nacho Rodríguez no logró influir en el juego. Gustavo Costas, técnico de la Academia, realizó cuatro cambios simultáneos para intentar revertir la situación, pero ninguno de los ingresados logró darle el salto de calidad necesario al equipo. Racing no registró remates al arco en todo el segundo tiempo y se aferró a los pelotazos largos como único recurso.
Independiente, por su parte, tuvo la oportunidad más clara del partido en el cierre. Pablo Galdames quedó mano a mano con Facundo Cambeses y su definición, apenas desviada, heló la sangre de los hinchas locales. El Rojo, que suma doce partidos sin victorias y permanece en el fondo de la tabla de la Zona B, al menos se llevó la satisfacción de haber dejado una mejor imagen en el clásico y haber mantenido el orden defensivo.
Los aplausos del final en el Cilindro reflejaron un sentimiento agridulce: Racing sigue invicto, acumula cinco partidos sin recibir goles y mantiene la esperanza viva en los torneos que disputa, pero dejó escapar la oportunidad de vencer a su eterno rival, que vive uno de los momentos más difíciles de su historia reciente. Independiente, en tanto, mostró señales de recuperación bajo la conducción de su nuevo entrenador, pese a que la sequía de victorias se extiende y el futuro inmediato sigue siendo incierto.
En definitiva, fue un clásico de emociones contenidas, con errores y aciertos en ambos lados, y la sensación de que el destino, por esta vez, se puso la camiseta de Racing.