Raúl Barboza, uno de los más destacados exponentes del chamamé y referente indiscutido de la música popular argentina, falleció este miércoles a los 87 años en París, ciudad en la que residía desde hace más de una década. La noticia fue confirmada por su representante en Argentina, Alberto Felici, quien transmitió el mensaje de la esposa del músico, Olga Bustamante, desde la capital francesa.
Barboza nació en Buenos Aires en 1938, en el seno de una familia profundamente ligada a la música litoraleña. Su padre, Adolfo Barboza, fue pionero del chamamé y quien le regaló su primer acordeón cuando apenas tenía seis años. El pequeño Raúl, pronto apodado “Raulito El Mago”, sorprendió por su virtuosismo: a los 12 ya grababa con el conjunto correntino Irupé y, al finalizar la década del ’50, se unió al trío de Julio Luján antes de formar su propio grupo.
En 1964, lanzó su primer disco y fue convocado por Ariel Ramírez para participar tanto en el espectáculo «Esto es Folklore» como en la prestigiosa «Misa Criolla». Durante dos décadas, Barboza visitó los escenarios más importantes de Argentina, Brasil y Paraguay, y se convirtió en el primer artista de chamamé en realizar una gira por Japón. Su carrera internacional cobró impulso tras su radicación en París en 1987, donde fue reconocido como Caballero de las Artes y de las Letras por el gobierno francés y recibió el Grand Prix du Disque de la Académie Charles Cros.
En suelo europeo, el acordeonista compartió escenario con figuras de renombre mundial como Mercedes Sosa, Astor Piazzolla, Atahualpa Yupanqui, Jairo, Peter Gabriel y José Carreras. Uno de los momentos clave en su trayectoria internacional fue su paso por el mítico club Trottoirs de Buenos Aires, espacio de la bohemia parisina apadrinado por Julio Cortázar. “Él me abrió la puerta para que mi música fuera aceptada aquí y me permitió expandir el chamamé por Europa”, recordaba Barboza sobre el escritor argentino.
Su estilo, a la vez clásico y moderno, destacó siempre por su capacidad de diálogo con las raíces del Litoral argentino y por una incesante búsqueda de nuevas sonoridades. Barboza fue pionero en el uso del acordeón diatónico de cuatro hileras, lo que le permitió desarrollar un sonido inconfundible. En 2023, editó uno de sus últimos discos, «París Souvenirs latinoamericanos», junto a Daniel Díaz, donde recorrió géneros como la milonga, el vals, la vidala, el tango y la cumbia latinoamericana.
Barboza nunca perdió el lazo con su país de origen. Aunque vivía en Francia, regresaba periódicamente a la Argentina para presentarse en vivo. En 2024, la Universidad Nacional del Nordeste lo distinguió como Doctor Honoris Causa, sumándose a una larga lista de reconocimientos a lo largo de sus más de 70 años de trayectoria. Sus últimos conciertos en el país fueron en marzo de 2025, en la ciudad entrerriana de Paraná, acompañado por el quinteto Magma.
En entrevistas, Barboza relataba las dificultades que enfrentó al llegar a París, donde debió comenzar tocando en bares. “No accedí a tocar tangos ni valses franceses. Elegí mostrar mi música, el chamamé, y no cedí hasta que me reconocieran por ello”, contaba. Su perseverancia lo llevó a convertirse en un auténtico embajador del género, logrando que el chamamé fuera apreciado no solo como música de baile, sino también como una experiencia auditiva profunda.
La vida y obra de Raúl Barboza han sido retratadas en dos documentales: «El sentimiento de abrazar» (2017), dirigido por Silvia Di Florio, y «La voz del viento» (2022), de Daniel Gaglianó. Su legado perdura en cada acorde y en la huella indeleble que dejó en la cultura argentina y universal.