En su segunda intervención ante la Asamblea General de las Naciones Unidas, el presidente argentino Javier Milei dejó en claro que no está dispuesto a suavizar su postura: arremetió contra la actual conducción del organismo internacional, defendió abiertamente el libre mercado y el modelo de gobierno que impulsa, elogió a Donald Trump, y renovó el histórico reclamo argentino por la soberanía de las Islas Malvinas. Todo esto, en un contexto marcado por el reciente anuncio de un swap por 20 mil millones de dólares concedido por Estados Unidos a la Argentina, y tras un encuentro personal con el exmandatario norteamericano.
Milei abrió su discurso cuestionando el rumbo que ha tomado la ONU en las últimas décadas. Sostuvo que la organización ha abandonado su función original de promover la cooperación entre Estados para asegurar la paz y la libertad, y se ha transformado en un ente burocrático que, bajo agendas supranacionales, busca imponer modos de vida a los ciudadanos del mundo. El presidente argentino advirtió sobre la «erosión del prestigio» de la ONU, que atribuyó a la falta de rendición de cuentas y a la proliferación de organismos internos poco efectivos.
En esta línea, Milei fue especialmente crítico con la Agenda 2030, a la que calificó como un «mal gasto de recursos escasos» y una distracción de los problemas reales que enfrenta el mundo. Recordó que Argentina decidió apartarse de esta agenda, y enfatizó que su gobierno votará siempre en defensa de las libertades individuales y comerciales, rechazando cualquier intento de limitar derechos naturales.
El mandatario también abordó lo que considera el gran dilema de la política moderna: la tendencia de los líderes a privilegiar el bienestar inmediato, aún a costa del futuro. Según Milei, tanto políticos como ciudadanos tienden a «incendiar el futuro para calentar el presente», sacrificando el crecimiento sostenible por beneficios coyunturales. El resultado, señaló, es el estancamiento económico y el aumento de la demanda de redistribución, lo que alimenta el populismo y la expansión del gasto público.
Al referirse a la economía, Milei defendió la sacralidad de la propiedad privada y el libre mercado como condiciones indispensables para el crecimiento. Acusó a los Estados de expandirse a costa de las libertades de sus ciudadanos y afirmó que el aumento del gasto público destruye riqueza. «El Estado no crea riqueza, la roba y la destruye», sentenció ante los delegados internacionales.
En un tramo central de su discurso, propuso cuatro principios para «reencauzar» el accionar de la ONU: concentrarse en la misión esencial de preservar la paz y seguridad internacional; intervenir solo cuando los problemas excedan las capacidades nacionales; optimizar la estructura institucional con auditorías y cierre de programas ineficaces; y evitar que la cooperación internacional obstaculice el crecimiento económico y la libertad productiva de los Estados.
Milei también aprovechó la tribuna para elogiar la gestión de Donald Trump, destacando sus políticas para frenar la inmigración ilegal y reformar el comercio internacional. A su entender, ambos comparten la misión de revertir dinámicas que llevan a sus países al estancamiento y la crisis, priorizando decisiones difíciles por sobre las soluciones cómodas y de corto plazo.
Sobre el final, el presidente argentino abordó temas sensibles para el país: reiteró el reclamo de soberanía sobre las Islas Malvinas y convocó al Reino Unido a retomar negociaciones conforme a las resoluciones de la ONU; repudió la violencia política y el fundamentalismo, recordando los atentados a la Embajada de Israel y la AMIA en los años 90; y exigió la liberación de Nahuel Gallo, el gendarme argentino detenido sin cargos en Venezuela, calificando su situación como «desaparición forzosa». Finalmente, pidió la liberación de los rehenes en Gaza y cerró su intervención con un llamado a «bendecir al mundo libre».
El discurso de Milei ante la ONU no solo marcó distancia respecto a las políticas tradicionales del organismo, sino que también buscó posicionar a la Argentina como un actor dispuesto a desafiar el statu quo internacional en defensa de la libertad y la soberanía nacional.