Luego de la contundente derrota electoral de La Libertad Avanza (LLA) en la provincia de Buenos Aires, donde el peronismo se impuso por más de trece puntos, el presidente Javier Milei decidió acelerar una estrategia política para contener la crisis interna y responder a las crecientes presiones del escenario político y económico.
El martes a las 9:30 de la mañana, Milei encabezará en la Casa Rosada la primera reunión de la nueva mesa política nacional, compuesta por figuras clave de LLA, incluyendo a Karina Milei, Guillermo Francos, Patricia Bullrich, Santiago Caputo, Martín Menem y Manuel Adorni. Esta reconfiguración busca mostrar una reacción tras el revés electoral, aunque en los hechos no se esperan cambios inmediatos en el gabinete.
Para la tarde, está prevista la primera reunión de la mesa política bonaerense, que sumará a dirigentes del PRO como Cristian Ritondo, Guillermo Montenegro y Diego Valenzuela, quienes se han integrado recientemente al espacio libertario en este proceso electoral. La ampliación de la mesa provincial es vista como un intento de fortalecer la representación y recomponer alianzas tras el cimbronazo electoral.
La derrota en Buenos Aires no solo generó repercusiones políticas, sino también un fuerte impacto en los mercados. El dólar experimentó una suba del 3% y las acciones argentinas en Wall Street cayeron hasta un 18%. Ante vencimientos de deuda en pesos por 17 billones esta semana, el Gobierno buscará persuadir a los bancos para que refinancien con nuevos instrumentos, como Lecap, Boncer y bonos ligados al dólar, aunque el corto plazo de los papeles refleja la cautela de la Secretaría de Finanzas.
En el plano político, la convocatoria a la mesa federal de diálogo con los gobernadores fue recibida con escepticismo y críticas desde distintos sectores. El gobernador de Salta, Gustavo Sáenz, rechazó sentarse a conversar con quienes lo «subestimaron y usaron», mientras que Maximiliano Pullaro (Santa Fe), integrante de Provincias Unidas, consideró que el Gobierno sigue «paralizado» y sin escuchar el mensaje de las urnas. Gustavo Valdés (Corrientes) reclamó la falta de políticas activas y diálogo real con las provincias.
Desde el Congreso, legisladores como Maximiliano Ferraro (Coalición Cívica) y Martín Tetaz (UCR) cuestionaron la proliferación de anuncios sin concreción, calificando la mesa de diálogo como «más peronista que un choripán» y criticando la tendencia del Gobierno a privilegiar el show sobre las soluciones efectivas.
En las filas libertarias, la tensión también es palpable. Juliana Santillán, diputada de LLA, llamó a «sacar a la casta» y respaldar a Milei como el «único líder», mientras que Ramiro Marra, exaliado del oficialismo, publicó en redes sociales una cita bíblica interpretada como una indirecta sobre el rol de Karina Milei. Esteban Paulón (Encuentro Federal) advirtió que cualquier intento de cambio encuentra su límite en la figura de la secretaria general de la Presidencia.
En tanto, el jefe de Gabinete, Guillermo Francos, admitió la necesidad de autocrítica y reconoció que los resultados macroeconómicos aún no han llegado a la gente. Sin embargo, desde el área económica, el ministro Luis Caputo aseguró que «nada va a cambiar» en el rumbo fiscal, monetario o cambiario, pese al sacudón electoral y financiero.
El descontento social también se manifestó en expresiones culturales y reclamos locales. Durante un show en Vélez, Lali Espósito hizo alusión al escándalo por presuntas coimas en el Gobierno y el público coreó consignas contra Milei. Intendentes del conurbano, como Fernando Gray (Esteban Echeverría), criticaron la suspensión de obras y la caída de la industria.
Finalmente, la presión universitaria crece con el pedido de la UBA y la UCR porteña para que no se vete la ley de financiamiento universitario, mientras el gobierno de Milei enfrenta una nueva etapa marcada por la exigencia de cambios concretos y el desafío de recomponer su vínculo con la sociedad y el sistema político.