En un giro inesperado en su política económica, el Gobierno encabezado por Javier Milei anunció que comenzará a intervenir de manera directa en el mercado cambiario con el objetivo de contener la suba del dólar. La decisión, comunicada por el secretario de Finanzas Pablo Quirno, representa una ruptura con el enfoque que la administración venía sosteniendo desde el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI), donde el compromiso era intervenir solo si el dólar superaba determinados límites. Ahora, en un contexto de creciente presión cambiaria y a pocos meses de las elecciones, la prioridad pasó a ser frenar la escalada del tipo de cambio, incluso a costa de las reservas.
Hasta el momento, el Banco Central (BCRA) se mantenía al margen de las operaciones directas de venta de dólares, en línea con el esquema acordado con el FMI. Sin embargo, la nueva estrategia traslada esa función al Ministerio de Economía, en una suerte de «flotación sucia» del peso. Este cambio llega tras semanas de fuerte presión sobre el mercado, alimentada por la finalización de las LEFI, instrumentos de deuda del Tesoro que liberaron más de 15 billones de pesos hacia el sistema financiero. La consecuencia fue inmediata: el dólar aumentó cerca de un 14% durante julio, generando preocupación tanto en el Gobierno como en el sector privado.
La reciente derrota política en el Congreso, que complicó el objetivo de alcanzar el equilibrio fiscal, sumada al escándalo por los audios atribuidos al ex titular de la Agencia de Discapacidad, Diego Spagnuolo, y la pérdida de imagen de Milei reflejada en encuestas, fueron factores adicionales que profundizaron el clima de incertidumbre. A esto se sumó el revés electoral en Corrientes, donde el oficialismo quedó en cuarto lugar, sembrando dudas sobre la viabilidad de la estrategia política nacional impulsada por Karina Milei, frente a quienes sugieren la necesidad de construir alianzas más amplias.
Durante agosto, el equipo económico encabezado por Luis Caputo y Santiago Bausili desplegó diversas herramientas para intentar contener la volatilidad: intervenciones en el mercado de dólar futuro, suba de encajes bancarios, aumento de tasas de interés y nuevas restricciones sobre la tenencia de moneda extranjera en bancos. Incluso, el Tesoro comenzó a vender dólares de manera discreta en los últimos días, en una medida que finalmente se hizo pública con el anuncio de hoy.
La historia argentina demuestra que, en años electorales, los gobiernos suelen recurrir a la venta de reservas para evitar saltos bruscos del dólar, una táctica que muchas veces antecede a futuras devaluaciones por la acumulación de presiones insostenibles en el tiempo. La pregunta central es si esta vez el desenlace será distinto. El equipo económico apuesta a que un buen resultado en las elecciones de octubre traerá calma a los mercados y permitirá encauzar la situación, pero la incertidumbre sigue latente.
El margen de maniobra del Gobierno es limitado: el Tesoro dispone de poco más de 1.700 millones de dólares en el Banco Central para enfrentar la «guerra» contra el dólar. La estrategia recuerda a la doctrina de disuasión, que busca evitar ataques mostrando un arsenal lo suficientemente grande, aunque en este caso las reservas disponibles no parecen ser inagotables. El riesgo es que, al mostrar disposición a vender dólares, el Gobierno incentive una carrera de los inversores y ahorristas por adelantarse y hacerse de reservas antes de que se agoten.
Los próximos meses serán decisivos para saber si la apuesta de Milei y Caputo resulta efectiva para estabilizar el dólar y recuperar la confianza, o si la medida termina siendo solo un alivio transitorio que anticipa desafíos mayores en el futuro inmediato.