A menos de dos semanas de las elecciones en la provincia de Buenos Aires, el clima político dentro del peronismo volvió a encenderse tras la viralización de un video en el que Máximo Kirchner, diputado nacional e hijo de la ex presidenta Cristina Fernández, cuestiona abiertamente la gestión de Axel Kicillof. La grabación, difundida rápidamente en redes sociales, lo muestra reclamando una mayor inversión provincial para el municipio de Quilmes, en comparación con los fondos destinados a la ciudad de La Plata.
El episodio tuvo lugar durante un acto en Quilmes, donde Kirchner compartió escenario con la intendenta local, Mayra Mendoza, y el candidato a diputado nacional Jorge Taiana. Allí, el referente de La Cámpora expresó: «Ojalá el gobernador ponga la misma plata en Quilmes que pone en la ciudad de La Plata», en alusión a un reclamo que, según relató, ya le habían transmitido en un acto anterior. Sus palabras no solo pusieron en evidencia las diferencias dentro del oficialismo, sino que también funcionaron como una advertencia directa hacia Kicillof, quien ha experimentado presiones internas provenientes del sector liderado por el propio Kirchner y Mendoza.
La inauguración del Polideportivo Diego Armando Maradona sirvió de escenario para que estas tensiones políticas salieran a la superficie en un momento crítico para el peronismo bonaerense. El reciente y polémico cierre de listas, marcado por maniobras como un corte de luz en la Junta Electoral que extendió las negociaciones hasta altas horas de la madrugada, dejó heridas abiertas entre las distintas facciones del partido. A pesar de los esfuerzos por presentar una imagen de unidad, la interna sigue siendo protagonista ante el inminente proceso electoral.
Las críticas de Máximo Kirchner no se limitaron solo al gobernador. De manera indirecta, también alcanzaron a Julio Alak, intendente de La Plata y aliado clave de Kicillof, tanto en el armado bonaerense como en el círculo cercano al mandatario. Alak, con pasado como ministro de Justicia provincial, representa otro de los polos de poder en la interna peronista, sumando ingredientes a una disputa que trasciende lo meramente electoral.
Las diferencias entre los sectores peronistas se profundizaron tras la decisión del Ejecutivo bonaerense de desdoblar las elecciones provinciales, fijándolas para el 7 de septiembre, casi dos meses antes de las legislativas nacionales. Esta medida, impulsada por Kicillof, fue rechazada por la ex presidenta Cristina Kirchner, quien veía en el calendario electoral una posible desventaja para el peronismo tradicional frente al avance de fuerzas opositoras como La Libertad Avanza.
La situación se agravó cuando Cristina Kirchner, ante el crecimiento de la oposición y el temor a perder terreno en el electorado de la Tercera Sección, anunció su candidatura a diputada nacional. Sin embargo, la reciente confirmación de su condena en la Causa Vialidad y la consiguiente prisión domiciliaria forzaron un cambio de planes, dejando al espacio kirchnerista ante un panorama incierto y sin su principal figura en campaña.
Mientras los desacuerdos internos quedan expuestos, el peronismo bonaerense enfrenta el desafío de sostener su hegemonía en un territorio donde históricamente ha sido dominante pero que hoy se muestra más fragmentado que nunca. El video de Máximo Kirchner no solo avivó el debate sobre la equidad en la distribución de recursos provinciales, sino que también evidenció que las disputas por el liderazgo y el control partidario están lejos de resolverse.
El tramo final de la campaña se presenta así cargado de incertidumbre. Con el calendario electoral en marcha y las listas ya definidas, los principales referentes del peronismo deberán encontrar la manera de limar asperezas y mostrar cohesión ante un electorado atento a los movimientos internos y a la puja por el poder dentro del partido.