En una semana clave para el comercio internacional, Li Chenggang, principal negociador comercial de China, prepara su arribo a Washington con el objetivo de explorar nuevas alternativas en medio de la frágil tregua arancelaria vigente entre las dos mayores economías del mundo. Fuentes oficiales estadounidenses confirmaron la visita, aunque aclararon que no se trata de una ronda formal de negociaciones, sino más bien de un intento por mantener abiertos los canales de diálogo mientras persisten las diferencias comerciales y políticas.
Li ejerce un rol central en la estrategia internacional de Beijing, junto al influyente He Lifeng. Según trascendió, su agenda en la capital estadounidense incluiría reuniones con funcionarios de nivel intermedio del gobierno de Joe Biden, aunque no está prevista una entrevista con el representante comercial Jamieson Greer.
La noticia del viaje, adelantada inicialmente por The Wall Street Journal, llega en un contexto de gran incertidumbre en los mercados. A pesar de la reciente prórroga de la tregua arancelaria pactada en agosto, los actores económicos de ambos lados del Pacífico observan con atención cualquier movimiento que pueda anticipar el endurecimiento o flexibilización de las tarifas. En la actualidad, Estados Unidos mantiene aranceles del 30% sobre productos chinos, mientras que China impone una tasa del 10% a las exportaciones estadounidenses. El acuerdo actual tiene una vigencia de 90 días, pero los analistas advierten que, si los aranceles superan el 35%, la viabilidad de los exportadores chinos estaría seriamente comprometida.
El clima de incertidumbre se refleja en las estrategias de los distintos sectores. En Estados Unidos, los minoristas se apresuran a incrementar sus stocks ante la proximidad de la temporada alta de ventas, temiendo una eventual escalada en la guerra comercial. Por su parte, los industriales chinos, desplazados en parte del mercado estadounidense, se ven forzados a buscar nuevos destinos para sus productos y admiten operar actualmente en «modo supervivencia».
Uno de los puntos más sensibles de la disputa es la agricultura. El embajador chino en Washington, Xie Feng, criticó con dureza las políticas comerciales impulsadas por la administración Trump, calificándolas de «proteccionismo rampante». En una reunión con representantes del sector sojero estadounidense, también rechazó la iniciativa de restringir la venta de tierras agrícolas a países considerados «adversarios extranjeros», medida que afectaría principalmente a China.
El sector agrícola estadounidense, especialmente los productores de soja, ha sido uno de los más perjudicados por la escalada arancelaria. Las compras chinas de este insumo clave han disminuido considerablemente, afectadas por un arancel del 23% que complica la situación financiera de los agricultores norteamericanos. Algunos analistas sostienen que un eventual aumento en las compras agrícolas por parte de China podría contribuir a reducir el superávit comercial con Estados Unidos, una estrategia que Pekín ya utilizó en el marco del acuerdo «Fase 1» firmado en 2020. Sin embargo, esta vez las autoridades chinas buscan negociar condiciones más ventajosas, entre ellas una reducción de aranceles y acceso a tecnologías estadounidenses de última generación.
La pregunta central ahora es si la administración Biden aceptará estas demandas y, en caso afirmativo, qué solicitará a cambio. Mientras tanto, el viaje de Li Chenggang se perfila como una pieza clave en el complejo tablero del comercio global, con implicancias que podrían extenderse mucho más allá de la actual tregua y afectar las cadenas de suministro internacionales.