En una industria donde la visibilidad y el ritmo vertiginoso parecen ser la norma, Leonardo Sbaraglia se destaca no solo por su incansable presencia en proyectos internacionales y locales, sino también por la serenidad con la que transita su carrera. A pesar de una agenda que lo lleva constantemente de un país a otro, el actor argentino asegura que su vida, lejos del bullicio, se sostiene sobre una base de calma y autoconocimiento.
En los últimos meses, Sbaraglia ha acaparado la atención del público y la crítica. Hace apenas tres meses fue el protagonista de Menem, la biografía televisiva sobre el ex presidente argentino, y recientemente estrenó Las maldiciones, la nueva apuesta de Netflix basada en la novela homónima de Claudia Piñeiro. En esta serie, da vida a un gobernador del norte argentino cuya hija es secuestrada en medio de un conflicto político por la explotación del litio, un drama que fusiona los dilemas del poder con las tragedias personales.
El actor, sin embargo, no se deja llevar por la vorágine. En una reciente conversación, reveló algunos de los secretos que le permiten mantener el equilibrio: “El yoga y el ejercicio son mi cable a tierra. Entreno día de por medio, hago estiramientos todas las noches y la guitarra también me ayuda a desconectar”, confesó. Incluso se da tiempo para aprender francés con aplicaciones, mostrando el compromiso con su crecimiento personal y profesional.
La versatilidad de Sbaraglia ha quedado en evidencia en sus últimos papeles, especialmente en aquellos que lo vinculan con figuras del poder. Luego de encarnar a Carlos Menem, otro líder del norte argentino, ahora se enfrenta al desafío de evitar repetir esquemas y encontrar matices únicos para cada personaje. “Después de Menem, debía construir otro político norteño, pero sin caer en lo mismo. Fue fundamental trabajar el acento, la postura y los pequeños detalles que diferencian a un personaje del otro”, relató.
Para prepararse, Sbaraglia no solo trabaja sobre el guion, sino que investiga a fondo el entorno de sus personajes. “Entrevisté a políticos y jueces federales para entender el detrás de escena del poder. El proceso de componer un personaje es similar al de un político en campaña: ambos necesitan interiorizarse sobre temas complejos y estar preparados para cualquier pregunta”, explicó.
Curiosamente, a pesar de que Las maldiciones está basada en una novela, el actor decidió no leerla antes de rodar, por recomendación de los directores, quienes buscaban darle una impronta propia a la adaptación. “Muchas veces los directores prefieren que no leas el libro para que el abordaje sea distinto. En este caso, el personaje que interpreto en la serie es muy diferente al de la novela original”, señaló.
El vínculo personal con sus personajes es fundamental para Sbaraglia, en especial cuando se trata de roles donde la paternidad es clave. “El hecho de ser padre me permite entender el dolor y la desesperación que atraviesa mi personaje. Si algo así le pasara a mi hija en la vida real, sería mi mayor temor. Ese sentimiento es el motor de mi interpretación”, compartió.
En medio de una coyuntura difícil para la cultura nacional, Sbaraglia reconoce su fortuna por la cantidad de trabajo, pero no pierde de vista la realidad de sus colegas. “Soy consciente de que no todos tienen las mismas posibilidades. Hay mucho ruido y opiniones divididas en el ambiente, pero lo importante es seguir trabajando juntos y no alimentar divisiones innecesarias”, reflexionó.
Con proyectos en Argentina, España, Francia y México —incluyendo una película con Guillaume Canet y Marion Cotillard, un coprotagónico con Pedro Almodóvar y una nueva temporada de la serie Las Azules—, Sbaraglia se consolida como uno de los actores argentinos más prolíficos y respetados de la actualidad. Sin embargo, su mayor logro parece ser el equilibrio entre la pasión por su oficio y la tranquilidad con la que elige vivirlo.