Hace exactamente 25 años, un grupo de 16 argentinas logró lo que parecía imposible en los Juegos Olímpicos de Sídney 2000: subirse al podio y conquistar la primera medalla olímpica para el hockey femenino nacional. Aquella gesta, que marcó el nacimiento de «Las Leonas», sigue siendo un símbolo de inspiración y superación tanto para sus protagonistas como para las generaciones que vinieron después.
La final disputada ante Australia, el 25 de septiembre de 2000, terminó con una derrota por 3 a 1, pero la medalla de plata fue celebrada como si fuera oro. Karina Masotta, capitana del equipo, recordó el momento como «inexplicable y muy deseado», destacando que aquel logro representó la concreción de un sueño personal y colectivo. Vanina Oneto, referente y autora del único gol argentino en la final, rememoró la montaña rusa de emociones que vivió el grupo, especialmente tras descubrir un error en la interpretación del reglamento que las obligó a ganar todos los partidos de la segunda ronda para alcanzar la final.
Oneto, segunda máxima goleadora de ese torneo olímpico, confesó que aquel desafío inesperado fue el motor que le dio fuerza al equipo y que, de no haber sucedido así, tal vez nunca habría surgido el nombre y la mística de «Las Leonas». El debut de la célebre camiseta con la leona estampada, en la noche previa al duelo contra Países Bajos, fue uno de los momentos más emocionantes para el plantel. Esa victoria, junto a los triunfos sobre China y Nueva Zelanda, las llevó a una final soñada.
Masotta analizó que, tras el esfuerzo para llegar a la instancia definitiva, el equipo sintió que ya había ganado, aunque aún faltaba un último paso. Sin embargo, el legado de esa medalla fue mucho más allá del resultado: transformó al seleccionado femenino en una potencia y sentó las bases de un proceso que hoy sigue dando frutos.
El vínculo entre las protagonistas de aquel plantel es tan fuerte que, tras un cuarto de siglo, siguen reuniéndose para recordar la hazaña. El último encuentro fue en la casa de Gabriel Minadeo, ayudante técnico de Sergio Vigil, el entrenador de 2000. Allí, brindaron por los 25 años de aquel histórico podio que marcó sus vidas para siempre.
Hoy, las 16 Leonas originales recorren caminos diversos, pero mantienen vivo el espíritu de equipo y liderazgo. Mariela Antoniska, arquera titular, trabaja en Boca Juniors como asistente técnica y entrenadora de arqueras, además de ejercer como médica pediatra. Soledad García reside en Río Cuarto, donde juega y coordina en Urú Curé, colabora con la Agencia Córdoba Deportes y es comentarista en ESPN.
Magdalena Aicega, nutricionista, se volcó a los medios y es comentarista en TNT Sports y Rock & Pop, mientras que María Paz Ferrari coordina hockey en Miraflores Country Club y desarrolla proyectos de entrenamiento personalizado. Anabel Gambero sigue ligada a su club de toda la vida, la Asociación Alemana de Quilmes, y Ayelén Stepnik, odontóloga, promueve el deporte a través de clínicas y la Asociación Civil Más Hockey, aunque hoy está dedicada casi profesionalmente al golf.
Inés Arrondo, ex Secretaria de Deportes de la Nación, volvió a Mar del Plata y al hockey social. Luciana Aymar, considerada una de las mejores de la historia, vive en Chile con su familia y brinda charlas sobre deporte. Vanina Oneto, hoy manager de hockey en Boca, continúa jugando y apunta al Mundial Masters.
Jorgelina Rimoldi entrena y coordina en Boca, además de trabajar en la Subsecretaría de Deportes de la Nación. Karina Masotta participa en la gestión de handball en Femebal y la Confederación Argentina. Paola Vukojicic es dueña de una vinoteca; Laura Maiztegui integra la comisión directiva de Santa Bárbara; Mercedes Margalot es comentarista y conductora en ESPN; María de la Paz Hernández es profesora y sigue jugando en el Metro; y Cecilia Rognoni reside en Países Bajos, donde se dedica a la gestión empresarial.
La historia de Las Leonas de Sídney 2000 no solo cambió el rumbo del hockey argentino, sino que dejó un ejemplo de trabajo, pasión y resiliencia que sigue inspirando al deporte nacional.