¿Hasta dónde puede llegar el amor de una madre por su hijo? ¿Existe un límite incluso cuando el dolor personal se entrelaza con el perdón? Estas son las preguntas fundamentales que plantea La llegada del hijo, el nuevo drama dirigido por Cecilia Atán y Valeria Pivato, responsables de la aclamada La novia del desierto. Estrenada en cines argentinos y españoles, la película se suma a una tendencia reciente dentro del cine nacional que explora las complejas relaciones familiares marcadas por el encierro, el delito y la ausencia paterna.
En el centro de la trama se encuentra Alan, interpretado por Angelo Mutti Spinetta, un joven que recupera la libertad tras pasar cuatro años en prisión. La historia comienza con su salida del penal, donde lo espera su madre Sofía, encarnada por Maricel Alvarez —conocida por sus papeles en Biutiful y Mi amiga del parque. El reencuentro entre ambos es contenido, casi frío; un abrazo silencioso que deja entrever la distancia emocional forjada por el tiempo y el dolor.
El guion evita revelar de inmediato los motivos por los que Alan fue encarcelado, generando un suspenso que se sostiene gracias al meticuloso trabajo de las directoras. La información sobre el pasado del protagonista se va desgranando a través de detalles, miradas y flashbacks hábilmente insertados. La cámara se detiene en gestos mínimos: el deleite de Alan al probar una hamburguesa tras años privados de libertad, el desconcierto de su perro Baba que ya no lo reconoce, y un rompecabezas inconcluso sobre la mesa familiar, símbolo del vínculo fragmentado que intentan recomponer.
La película comparte escenario temático con otros estrenos recientes como La mujer de la fila, de Benjamín Ávila y protagonizada por Natalia Oreiro, y Belén, de y con Dolores Fonzi. En todas, la figura maternal o la abogada se convierten en el eje dramático, mientras la ausencia del padre —a veces explicitada, otras sugerida— refuerza la soledad de las protagonistas. Sin embargo, La llegada del hijo se diferencia por la profundidad con la que aborda el impacto de un hecho doloroso que afecta a cada miembro del entorno.
El elenco se completa con Cristina Banegas, quien interpreta a la abuela de Alan, una mujer de recursos económicos pero incapaz de evitar que su nieto cumpla condena. En uno de los momentos más tensos del film, Sofía enfrenta a su hijo en el penal y, ante su amnesia selectiva, le grita: “¡No te creo!”. La catalana Greta Fernández suma un rol importante, ampliando el abanico de matices interpretativos que sostienen la narración.
La puesta en escena es uno de los puntos altos del film. Atán y Pivato demuestran un gran dominio técnico en el uso de los encuadres y la construcción de atmósferas. Los primeros planos de Maricel Alvarez transmiten una intensidad conmovedora, mientras que las visitas al Cementerio de la Chacarita, donde Sofía se enfrenta a su propio pasado, agregan una dimensión simbólica a la historia.
A pesar de su calidad artística, La llegada del hijo enfrenta una distribución limitada en cines, con pocas salas y horarios. Esta restricción contrasta con la profundidad de su propuesta, que merece un mayor alcance y visibilidad.
En definitiva, La llegada del hijo se revela como una película que no teme abordar cuestiones incómodas sobre el amor, el perdón y las heridas familiares. Con actuaciones sólidas y una dirección sensible, invita al espectador a reflexionar sobre los límites del afecto materno y las dificultades de reconstruir la vida tras el dolor.