Katy Perry volvió a la Argentina y lo hizo con una puesta en escena que superó todas las expectativas. La estrella pop estadounidense, que acaba de cumplir 40 años, eligió el Movistar Arena de Villa Crespo para iniciar la primera de sus dos funciones en el país, en el marco de su gira mundial The Lifetimes Tour. El fenómeno Perry se hizo sentir fuerte: hacía seis años que los fans argentinos esperaban su regreso desde aquel último show en 2018.
Previo al recital, la ansiedad se palpaba en el ambiente. No era para menos: la última vez que la artista había pisado suelo argentino fue en el Club Ciudad de Buenos Aires y, antes, en el Hipódromo de Palermo (2015) y el Estadio GEBA (2011), cuando su carrera explotaba con el disco Teenage Dream. Esta vez, el reencuentro fue en un estadio colmado, con entradas agotadas y una audiencia mayoritariamente compuesta por seguidores de más de 25 años, que crecieron al ritmo de sus hits.
La noche arrancó con la banda local Plastilina, encargada de abrir la velada, y continuó con una introducción visual que repasó los momentos más icónicos de la carrera de Perry. A las 21.20, una animación con estética de videojuego y tecnología de inteligencia artificial marcó el inicio del show: Katy emergió como una heroína futurista, lista para conquistar Buenos Aires una vez más.
El arranque fue con «Artificial», uno de los temas de su último disco, 143, lanzado este año. Sin dar respiro, siguieron clásicos como «Chained to the Rhythm», «Teary Eyes» y «Dark Horse». Pero el verdadero estallido llegó cuando la artista cambió de vestuario y desató la nostalgia: «California Gurls», «Teenage Dream», «Hot N Cold», «Last Friday Night (T.G.I.F)» y «I Kissed a Girl» hicieron vibrar al estadio. En ese clima de fiesta, Perry se tomó una pausa para dirigirse al público con un mensaje cargado de emoción y agradecimiento: «Mi corazón está en Buenos Aires. Hay algo mágico en los argentinos y nunca deberían olvidarlo. Me decían que no podría traer todo mi show a Sudamérica, pero mis fans más grandes están acá desde 2008. Ustedes fueron mi familia desde el día uno».
El espectáculo no solo fue un repaso por su historia, sino también una muestra de su presente. Perry incluyó en la lista «Nirvana», «Crush» y «I’m His, He’s Mine» (junto a Doechii), intercaladas con éxitos como «Wide Awake». La producción fue deslumbrante: pantallas gigantes, un despliegue de luces impactante, una docena de bailarines y una pasarela que la acercó a todos los rincones del estadio.
Uno de los momentos más originales llegó con una ruleta virtual que eligió al azar canciones del álbum Smile (2020), y un QR permitió que los fans votaran en tiempo real qué querían escuchar. La artista sorprendió al reaparecer entre el público, ondeando una camiseta argentina y entonando versos de «Don’t Cry for Me Argentina». Entre risas, bromeó: «Por ahora somos del equipo argentino. No le digan nada a los brasileros».
Las canciones más votadas por la audiencia fueron «What Makes a Woman» y «Never Really Over». En ese segmento, Perry invitó al escenario a dos fans: Guadalupe, de Buenos Aires, y Julián, de Mendoza. Él le compartió cómo su música lo acompañó durante una dura batalla contra el cáncer, y ella se animó a pedirle «The One That Got Away». En un momento cargado de emoción, Katy aceptó y le cedió el micrófono, mientras se envolvía en la bandera argentina.
El cierre fue apoteósico: «All The Love», «E.T.», «Part of Me», «Rise», «Roar», «Daisies» y «Lifetimes» prepararon el terreno para el final explosivo con «Firework». Entre luces, efectos y la energía de dos horas de show, Perry logró transformar el Movistar Arena en una verdadera fiesta colectiva, dejando a sus fans con el deseo intacto de volver a verla. Por fortuna, todavía queda una función más: la cantante repetirá el espectáculo el miércoles 10 de septiembre, consolidando una de las citas pop más imponentes del año en Argentina.
