Un auto aceleró por la desierta calle Letonia, detrás de los tribunales de Comodoro Py, un mediodía de octubre de 2017. Al volante iba Julio Miguel De Vido, exministro de Planificación Federal y uno de los hombres más influyentes del kirchnerismo. Su llegada a los tribunales para entregarse marcó un quiebre en la política argentina: un funcionario que parecía intocable iniciaba un largo periplo judicial que aún continúa.
De Vido, quien controló durante doce años la millonaria caja de la obra pública y forjó alianzas con empresarios y políticos de distintos sectores, quedó detenido por disposición de la Cámara Federal. El motivo: presuntas irregularidades en la remodelación de la mina de carbón de Río Turbio. Ese día, la Cámara de Diputados le retiró los fueros parlamentarios, lo que permitió que la Gendarmería se presentara en sus domicilios para arrestarlo. Sin embargo, De Vido ya había anticipado el desenlace y se presentó directamente en Comodoro Py, lanzando frases desafiantes a la prensa.
La escena era inédita. Hasta ese momento, De Vido gozaba de inmunidad política y judicial, respaldado por operadores y jueces aliados, en una lógica de protección que se había consolidado durante el kirchnerismo, pero que también había sido utilizada por gestiones anteriores. Su caída sorprendió incluso a sus propios colegas: ningún diputado del Frente para la Victoria bajó al recinto para defenderlo en la votación que definió el retiro de sus fueros.
Su detención se inscribió en una oleada de arrestos de exfuncionarios durante la presidencia de Mauricio Macri. Ya estaban tras las rejas figuras como Ricardo Jaime y José López, ambos exsecretarios de Transporte, así como el empresario Lázaro Báez. Una semana más tarde, el exvicepresidente Amado Boudou también sería arrestado. Pero el peso simbólico de De Vido, hombre de máxima confianza de Néstor Kirchner, era incomparable. Había sido el principal enlace con el empresariado y el responsable de repartir fondos de obra pública a gran escala.
Tras dos años en prisión, De Vido fue beneficiado con prisión domiciliaria en diciembre de 2019 y recuperó la libertad en marzo de 2020. Durante su tiempo en reclusión, intentó una última incursión política: se postuló como diputado en 2019, aunque cosechó apenas 16.946 votos en las PASO, quedando fuera de las elecciones generales.
El derrotero judicial de De Vido incluye doce juicios orales, con resultados dispares. Fue condenado en dos causas emblemáticas: la tragedia ferroviaria de Once, por la que recibió una pena de cinco años y ocho meses (posteriormente reducida a cuatro años por la Cámara de Casación, aunque la Corte Suprema aún revisa el caso), y la compra de trenes inservibles a España y Portugal, donde la condena de ocho años fue puesta bajo revisión. En otras investigaciones, logró ser absuelto, como en la causa Vialidad —donde Cristina Kirchner sí fue condenada—, el caso de la valija con 800 mil dólares de Antonini Wilson, y recientemente en el juicio por el financiamiento de la novela “Mamá Corazón”.
Sin embargo, los desafíos legales continúan. Este martes enfrentará el veredicto por el presunto pago de sobornos en la importación de Gas Natural Licuado, donde la fiscalía solicitó cuatro años y ocho meses de prisión. Además, sigue bajo proceso en el caso Skanska, con una posible condena de cinco años de cárcel. El calendario judicial se extiende con el inminente inicio del juicio por los “cuadernos de la corrupción”, en el que compartirá banquillo con Cristina Kirchner y reconocidos empresarios de la obra pública. También restan definirse fechas para otras causas, incluida la de Río Turbio, el programa Sueños Compartidos, la contratación de Odebrecht y la renegociación de contratos del tren Sarmiento.
Hoy, a los 75 años, De Vido lleva una vida más discreta en su chacra de Zárate junto a su esposa, Alessandra Minnicelli, quien busca una banca en el Congreso. Aunque se mantiene alejado de la política activa, sus procesos judiciales aún pueden depararle nuevas estancias tras las rejas si las condenas se confirman. La etapa final de la historia judicial de quien fuera uno de los hombres más poderosos del país permanece abierta, y con ella la incógnita sobre su destino.