El sector industrial argentino atraviesa un momento crítico tras registrar, en julio, la utilización más baja de su capacidad instalada en lo que va del año. Según datos difundidos por el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC), apenas el 58,2% de la infraestructura productiva estuvo en funcionamiento, marcando así el octavo mes consecutivo por debajo del umbral del 60%.
La cifra confirma una tendencia negativa que se profundiza: el uso de capacidad instalada no sólo cayó respecto al mes anterior, sino que también quedó por debajo del registro de julio de 2023. De este modo, se trata del primer retroceso interanual desde noviembre de 2024, cuando la comparación se realizaba con los últimos días de gestión del Frente de Todos.
Producción industrial en descenso
El dato sobre capacidad instalada llega apenas una semana después de que el INDEC informara una contracción del Índice de Producción Industrial (IPI), que descendió un 2,3% frente a junio y un 1,1% en relación al mismo mes del año anterior. Este contexto marca una caída generalizada en los niveles de actividad fabril, que se sienten en la mayoría de los sectores manufactureros.
La situación se agrava tras un mes de julio marcado por la volatilidad financiera. Durante ese período, el Gobierno se vio obligado a aceptar tasas de interés elevadas para intentar contener el avance del dólar. Sin embargo, estas medidas tuvieron un impacto limitado y dejaron como resultado un repliegue del crédito, considerado hasta hace poco como uno de los motores de la recuperación económica. Aunque el efecto sobre el financiamiento industrial podría verse reflejado con mayor claridad en las estadísticas de agosto, ya se percibe un freno en la dinámica productiva.
Desempeños desiguales entre sectores
El informe oficial subraya la gran heterogeneidad que existe al interior de la industria. Entre los sectores que más sufrieron la baja en la utilización de sus instalaciones se destacan la elaboración de sustancias y productos químicos, así como la industria automotriz. En el primer caso, el uso de la capacidad cayó del 65,7% al 59,9% en un año, debido principalmente a la menor producción de detergentes, jabones y productos químicos básicos.
La automotriz, en tanto, enfrentó un desplome aún mayor: de un 52,2% de uso en julio de 2023, la cifra se redujo a solo 44,1% este año, arrastrada por la menor fabricación de vehículos. La industria textil también muestra signos de debilidad, con una caída del 49% al 44% en el mismo período. Tanto el sector automotriz como el textil están bajo presión por el crecimiento de las importaciones, que compiten con la producción nacional.
Los sectores más y menos afectados
Pese al panorama general adverso, algunos rubros lograron superar la media. Entre ellos, la refinación de petróleo se situó a la cabeza con un 81,7% de utilización, seguida por alimentos y bebidas (65,2%), industrias metálicas básicas (63,9%) y papel y cartón (60,6%).
En el extremo opuesto, junto a la automotriz y la textil, se encuentran la producción de minerales no metálicos (57,1%), edición e impresión (52,5%), metalmecánica -excluyendo automotores- (48,7%), productos del tabaco (46,5%) y caucho y plástico (43,2%).
Esta disparidad sectorial pone de manifiesto que las ramas industriales con mayor vocación exportadora logran capear mejor el contexto adverso, mientras que los sectores más dependientes del mercado interno son los más golpeados por la crisis económica y la competencia de productos importados.
Perspectivas
La foto que ofrece la industria argentina en julio expone desafíos profundos para el entramado productivo. La persistencia de bajos niveles de uso de la capacidad instalada y la caída sostenida de la producción plantean interrogantes sobre la velocidad y la sostenibilidad de la recuperación. Con el crédito en retirada y la volatilidad financiera aún latente, los próximos meses serán clave para determinar si el sector logra revertir la tendencia negativa o si se profundiza la contracción industrial.