En una reciente entrevista, Gisella Robles, abogada y ex pareja de Franco Bindi, destapó un entramado de relaciones y maniobras que sacuden al mundo político y judicial argentino. Robles, quien compartió diez años de vida y trabajo con Bindi, no dudó en señalarlo como partícipe clave en la filtración y grabación de audios comprometedores del ex titular de la ANDIS, Diego Spagnuolo. Esta denuncia se produce en un contexto en el que el Gobierno nacional puso la lupa sobre Bindi y otros implicados, acusándolos de supuesto espionaje ilegal dirigido contra la secretaria General de la Presidencia, Karina Milei.
Robles sostuvo que Bindi mantiene conexiones con figuras de peso en el ámbito político e incluso con agentes de la ex SIDE. Entre los nombres que deslizó figuran el sindicalista Hugo Moyano, el diputado Leopoldo Moreau (referente del kirchnerismo) y sectores vinculados al chavismo venezolano. Además, mencionó relaciones con embajadores, legisladores y personajes del ambiente futbolístico, como Fernando Muriel de ORSNA, con quien compartiría un palco en la cancha de River, utilizado para agasajar a contactos influyentes.
La abogada también narró detalles de su ruptura con Bindi, señalando que este se apartó de sus proyectos conjuntos —entre ellos un canal de TV y diversas causas judiciales— cuando inició su relación con la diputada Marcela Pagano. Robles acusó a Bindi de haber utilizado sus tarjetas de crédito y las de su padre para viajes a Europa junto a Pagano, sumando un costado personal al conflicto público.
El escándalo escaló en redes sociales, donde Robles y Pagano protagonizaron un intenso intercambio de mensajes. Pagano defendió a su esposo y negó las acusaciones, mientras que Robles reiteró sus señalamientos contra Bindi y negó tener vínculos con la diputada libertaria Lilia Lemoine, quien reposteó la entrevista en la que se exponen estas denuncias.
En el trasfondo aparecen nombres recurrentes del entramado de inteligencia y poder en la Argentina. Robles relató cómo conoció a Bindi en 2013, luego de que este resolviera una causa judicial que lo mantuvo prófugo, acusado de ayudar a un cliente a sacar ilegalmente a una menor del país. Durante esa etapa, Bindi fue presentado a través de Mariano Rimini Carol, un agente vinculado a la inteligencia nacional, y así comenzó a tejer relaciones con otros personajes del submundo de los servicios, como el abogado Guillermo Alberdi, mencionado en investigaciones vinculadas al caso Nisman.
La trama se complica aún más con las alusiones de Robles a la capacidad de Bindi de “armar denuncias con testigos falsos”, en referencia a maniobras judiciales para instalar causas mediáticas y políticas, como el denominado “Operativo Puf” dirigido contra la causa de los cuadernos de las coimas. Según Robles, la reciente movida de Pagano en el Congreso, donde acusó al secretario de Asuntos Estratégicos José Luis Vila por la filtración de audios, fue una acción orquestada por Bindi, pese a que ambos tuvieron en el pasado una relación de amistad.
Robles también profundizó en la red de conexiones de Bindi con referentes mediáticos y empresariales, como Jorge Rial, Mauro Federico y el polémico Tomás Méndez, a quien vinculó con presuntas extorsiones a cambio de no difundir información sensible. No faltan las menciones a operaciones con criptomonedas, contratos con nombres de familiares de ex gobernadores y un nivel de vida difícil de justificar con ingresos declarados oficialmente.
La declaración de Robles no sólo expone la complejidad de las relaciones entre política, inteligencia y medios, sino que también pone en jaque la transparencia y legalidad en el manejo de información sensible en el país. Mientras la Justicia avanza en las denuncias, las acusaciones cruzadas y la revelación de estas redes ocultas prometen mantener el escándalo en la agenda pública por largo tiempo.