Fernando Bravo, con más de seis décadas de carrera en la radio y la televisión, sigue siendo una figura central en los medios argentinos. A sus 81 años, mantiene una vitalidad envidiable y una visión definida sobre el rol de la radio, los cambios culturales y el poder del lenguaje en los medios.
Bravo, hoy al aire en Radio Mitre, reconoce que su trayectoria está marcada por la constancia y la adaptación, pero sin renunciar a sus principios básicos. En un mundo mediático donde la inmediatez y el impacto parecen regir la agenda, Bravo defiende la importancia de la objetividad, la diversidad de opiniones y, sobre todo, el cuidado en la manera de comunicar.
El lenguaje, la radio y los nuevos tiempos
Para Bravo, la radio es un medio que exige responsabilidad. Ha sido testigo de cómo el vocabulario se ha vuelto más crudo y directo, tanto en la política como en los programas más populares. «Vivimos en un país raro donde el Presidente tuvo que anunciar que no insultaría más», comenta, en referencia a la conducta de figuras como Javier Milei. Observa con preocupación cómo los insultos se han instalado en el discurso público y mediático, y se distancia de esta tendencia: «Mi comportamiento radial no incluye el insulto».
Bravo es un defensor del diálogo respetuoso, incluso en temas controversiales. En su programa, jamás se ha utilizado lenguaje inclusivo, aunque acepta la presencia de posturas feministas y debates sobre el aborto: «Toleré todas las opiniones, pero cambiando expresiones civilizadamente». Para él, la riqueza de la radio está en la pluralidad y la libertad de expresión, pero siempre bajo ciertas reglas de convivencia y respeto.
Un recorrido por la historia argentina y la música
Con una carrera que abarca distintos períodos políticos, Bravo destaca la etapa de Raúl Alfonsín como la más interesante desde el punto de vista institucional, especialmente por el Juicio a las Juntas: «Fue un antes y un después». Su propio crecimiento profesional se dio en esa época, cuando la democracia argentina buscaba consolidarse y los medios cumplían un rol clave en la construcción del debate público.
La relación de Bravo con la música es inseparable de su identidad radial. Programas como Alta tensión lo acercaron a artistas nacionales e internacionales, forjando amistades con figuras como Jairo, Palito Ortega y Joan Manuel Serrat. Para Bravo, la música no solo es entretenimiento: «La música me sirve para editorializar y acompañar los temas del día». No duda en musicalizar debates actuales con canciones que, según él, reflejan el espíritu del país.
Adaptación sin perder la esencia
Bravo llegó a Radio Mitre tras la salida de Diego Leuco, sumando parte de su equipo histórico y pidiendo a sus nuevos colegas que se adaptaran a su estilo. «Hace cuarentipico de años que hago el laburo de una misma manera. No sé hacerlo de otra». Defiende la fugacidad de la radio y la necesidad de captar la atención del oyente rápidamente, desarrollando los temas en el momento en que surgen y evitando la anticipación excesiva.
A pesar de la irrupción de nuevas tecnologías y la moda del streaming, Bravo cree que la radio mantiene una magia propia: «Las cámaras le quitan encanto. Si existían en la época de Fernando Peña, su fantasía no habría existido». Por eso, pide cada tanto que las apaguen y así recuperar la intimidad del estudio.
El futuro y el legado
Bravo no es ajeno al paso del tiempo y reconoce que está en la etapa final de su carrera. Sin embargo, su deseo es terminar en la radio, «poniéndole un moño» a una vida profesional dedicada a informar y entretener. Para él, el trabajo ordena la vida y la radio sigue siendo motivo de felicidad: «Soy feliz, disfruto, tengo ganas de seguir luchando, peleando, dándole un servicio a la gente».
En tiempos de cambios vertiginosos, Fernando Bravo se mantiene fiel a su estilo, defendiendo el valor de la palabra, el respeto en el debate y la función social de la radio. Su figura es, para muchos, la de un «señor con todas las letras» en un escenario mediático cada vez más ruidoso y fragmentado.