En una jugada que sorprendió al mercado financiero, el secretario de Finanzas Pablo Quirno confirmó esta semana la decisión del Tesoro de intervenir en el mercado cambiario, incluso dentro de los márgenes preestablecidos, rompiendo con la promesa oficial de dejar flotar el dólar. Esta determinación, impulsada por el ministro Luis Caputo, apunta a garantizar liquidez y amortiguar la volatilidad en plena cuenta regresiva hacia las elecciones legislativas del próximo domingo 7.
El saldo de estas maniobras oficiales ya se siente: las intervenciones recientes permitieron fijar un nuevo tope implícito de $1.362 para las ventas de dólares por parte del Tesoro. No obstante, las reservas limitadas y las proyecciones del mercado siembran dudas sobre la capacidad de sostener esta estrategia. El propio Quirno defendió el accionar del Gobierno y aseguró la continuidad del programa económico: «Seguimos con el mismo esquema, pero actuamos para prevenir episodios de iliquidez. El lunes, por ejemplo, un banco extranjero intentó disparar el dólar con una operación pequeña. Estamos preparados para frenar estas maniobras y proteger a los argentinos».
De acuerdo a los datos oficiales, solo el martes el Tesoro vendió entre 100 y 120 millones de dólares, y el miércoles otros 50 millones, sin afectar las reservas del Banco Central ni los fondos del FMI. Estas intervenciones, según Quirno, fueron consultadas y validadas por el organismo internacional.
A pesar del esfuerzo oficial, el techo impuesto por el Tesoro de $1.362 está por debajo no solo del dólar mayorista actual ($1.375), sino también de las expectativas del mercado. Los contratos de futuros proyectan un tipo de cambio de $1.406 para fines de septiembre y $1.556 en diciembre, superando el límite superior de la banda cambiaria oficial. Esta brecha refleja el choque entre la voluntad del Gobierno de estabilizar el mercado y la cautela de inversores que ven en las elecciones bonaerenses un «evento de riesgo clave», según advirtió JP Morgan.
La incertidumbre electoral se agrava por denuncias de corrupción -como el escándalo de audios que involucra a Diego Spagnuolo, ex titular de ANDIS- y la posibilidad de reversiones fiscales. Todo esto disparó la volatilidad: el riesgo país subió 140 puntos básicos y los rendimientos de las Lecaps superaron el 60%, estabilizándose luego en torno al 50%.
El Gobierno, sin embargo, se muestra confiado en que el «ruido» preelectoral se apagará tras los comicios, despejando el panorama financiero. Quirno sostiene que el superávit fiscal financia las intervenciones y que las reservas internacionales permanecen intactas, mientras el programa económico logró reducir la inflación y sacar a millones de personas de la pobreza, volviéndose, según su visión, «cada vez más difícil de desestabilizar».
Pero desde Wall Street, la cautela es la norma. Citi prevé que una victoria ajustada de la oposición podría beneficiar las elecciones nacionales de octubre, pero un triunfo más amplio reconfiguraría el escenario fiscal. JP Morgan recomienda estrategias de renta fija y «carry trade» en pesos, pero advierte que la baja liquidez podría amplificar los movimientos del mercado en las próximas semanas.
El Tesoro, con reservas estimadas en 1.700 millones de dólares, enfrenta un reto: al ritmo actual de intervención, su margen de maniobra podría agotarse en menos de dos semanas, según cálculos del mercado. La dolarización por liquidación de salarios podría ofrecer un respiro, pero la continuidad de la estrategia dependerá en gran parte de los resultados electorales y de la confianza que logre sostener el Gobierno entre los inversores.
En definitiva, el «techo de Quirno» de $1.362 se erige como una barrera ante la tempestad electoral, mientras el mercado espera con cautela los resultados del domingo. Con la política y las finanzas entrelazadas rumbo a octubre, el devenir del dólar y la economía argentina se definen, una vez más, en las urnas y en los despachos oficiales.