Las expectativas de recuperación económica para Argentina en 2025 empiezan a desinflarse. Consultoras líderes del país ya han ajustado a la baja sus proyecciones de crecimiento del Producto Bruto Interno (PBI), en respuesta al estancamiento de los salarios, el aumento de las tasas de interés y una política monetaria cada vez más restrictiva. Aunque el último Relevamiento de Expectativas de Mercado (REM) del Banco Central de la República Argentina (BCRA), publicado en julio, mantenía un pronóstico de crecimiento anual del 5%, los expertos consultados por Ámbito advierten que esa cifra ya quedó desactualizada y que el escenario podría ser aún más desalentador.
Los datos que manejan las principales consultoras reflejan una realidad menos optimista. LCG y Equilibra prevén un incremento en torno al 4,5%, mientras que Econviews calcula un 4,2%. Desde EcoGo, la estimación se ubica cerca del 4%, aunque admiten que podría ser levemente superior. Gonzalo Carrera, economista senior de Equilibra, señaló que la última revisión de sus proyecciones se realizó en julio y no descarta nuevos recortes en el corto plazo. “El panorama actual deja a la economía prácticamente sin crecimiento al finalizar el año”, afirmó.
El contexto que motiva estos ajustes es complejo. Las consultoras subrayan que el encarecimiento de los créditos, la suba de los encajes bancarios y el incremento de la morosidad han llevado a los bancos a restringir el financiamiento al sector privado. De persistir esta tendencia, advierten que la desaceleración de la actividad podría desembocar en una recesión, impulsada tanto por dificultades en la cadena de pagos como por la reducción de la intermediación financiera.
Las señales de alerta se han hecho más evidentes con los datos de los últimos meses. Según indicadores extraoficiales, la economía habría registrado en julio su tercera caída mensual consecutiva, algo que no sucedía desde el primer trimestre del año. Para Melisa Sala, economista de LCG, las tasas de interés se mantendrán elevadas al menos hasta octubre, incluso cuando su efecto para estabilizar el mercado cambiario ya muestre signos de agotamiento. “Después de octubre podrían bajar las tasas, pero eso no garantiza un repunte significativo de la actividad”, advirtió.
Luciano Patrucco, analista de EcoGo, explicó que tras los últimos datos del Estimador Mensual de Actividad Económica (EMAE) del INDEC, que mostró estancamiento en el segundo trimestre, la consultora revisó a la baja sus proyecciones para el resto de 2025. “Aún no tenemos la estimación definitiva para julio, pero anticipamos una caída derivada de las variaciones en las tasas tras el desarme de las Lefi. Agosto, además, está marcado por una gran volatilidad”, sostuvo. Patrucco también criticó la incertidumbre generada por las recientes medidas del equipo económico y la falta de resolución en el frente de la liquidez. “Si las condiciones mejoran tras las elecciones de octubre, podría haber una recuperación en el cuarto trimestre, pero el escenario actual es negativo”, sentenció.
La consultora C-P, dirigida por Pablo Moldovan y Federico Pastrana, advierte que los efectos de la devaluación y la volatilidad de las tasas se harán sentir con mayor fuerza a partir de agosto. Según su análisis, la política monetaria contractiva y el estancamiento de los salarios imponen serias restricciones a la recuperación de la actividad económica.
El panorama es especialmente dispar entre los distintos sectores productivos. Mientras el sector financiero y los rubros ligados a la energía aparecen entre los principales beneficiados por el actual modelo, la industria y la construcción son los más perjudicados. Incluso dentro de la industria, la suerte es dispar: alimentos, bebidas y refinación de petróleo, vinculados a recursos naturales, muestran mejores desempeños. En cambio, los sectores más golpeados son aquellos expuestos a la competencia internacional, dependientes de la obra pública o intensivos en ingeniería, como textiles, minerales no metálicos, industrias metálicas básicas o maquinaria y equipo.
De esta manera, la economía argentina ingresa en la segunda mitad del año con señales de estancamiento, expectativas de un crecimiento menor al previsto y una brecha cada vez mayor entre los sectores que logran sostenerse y los que se ven arrastrados por el ajuste.