A más de una semana de haber sufrido un Accidente Cerebrovascular (ACV) en Santa Fe, la exboxeadora y convencional constituyente Alejandra “Locomotora” Oliveras continúa en estado crítico. Dependiendo de asistencia respiratoria y medicamentos cardiovasculares, Oliveras presenta además un edema cerebral que mantiene en alerta a los profesionales del Hospital José María Cullen, donde se encuentra internada.
Según el último parte médico, Oliveras se encuentra bajo un monitoreo neurológico constante. El director del hospital, el doctor Bruno Moroni, aseguró que clínicamente está estable, en cuanto a su presión arterial y oxigenación. Sin embargo, Néstor Carrizo, jefe de la Unidad de Terapia Intensiva, advirtió que las respuestas neurológicas de Oliveras muestran fluctuaciones, con momentos de movimientos espontáneos seguidos de respuestas inferiores.
A pesar de una evolución estable en las últimas horas, el riesgo para su vida sigue siendo alto, y se espera que la exboxeadora tenga secuelas neurológicas. Carrizo explicó que, aunque es prematuro especificar los daños exactos, el lado izquierdo del cerebro, crucial para el lenguaje, está afectado. En ocasiones, los pacientes logran preservar algunas funciones del lenguaje, pero esto no siempre es posible.
El ACV isquémico que sufrió Oliveras fue resultado de un infarto cerebral. Los médicos sospechan que una placa de arterioesclerosis pudo haber desencadenado el evento, al provocar un coágulo que obstruyó una arteria. El doctor Alejandro Musacchio, jefe del servicio de Neurorradiología Intervencionista, destacó que para salvarle la vida se le practicó una craneotomía.
Musacchio explicó que Oliveras tenía problemas preexistentes, como hipertensión y una arteria carótida casi ocluida, que no había sido controlada adecuadamente. Atribuyó estos problemas a una combinación de factores genéticos y falta de control médico. El ACV la sorprendió mientras dormía, lo que retrasó la atención médica crucial en su caso.
Cuando Oliveras despertó, ya presentaba un déficit motor en el lado izquierdo. Fue trasladada de inmediato al hospital de Santo Tomé y luego derivada al Hospital José María Cullen, pero llegó fuera del tiempo óptimo para la intervención, conocido como la “ventana terapéutica”, que es crucial para minimizar el daño cerebral en casos de ACV. Esta ventana es de aproximadamente cuatro horas, tiempo en el cual es posible realizar intervenciones como la angioplastía para remover coágulos, siempre que se haga con el menor riesgo de hemorragia.
Ante estos episodios, los médicos enfatizan la importancia de reconocer los síntomas de alarma de un ACV: desorientación, incapacidad para responder el propio nombre, caída involuntaria de un brazo al extenderlos horizontalmente, desviación de la boca y pérdida de visión en parte del campo visual. La atención médica inmediata en centros especializados es vital para mejorar las posibilidades de recuperación.
