Las elecciones desdobladas en la provincia de Buenos Aires dejaron un claro ganador: el peronismo, que se impuso con amplia ventaja. Sin embargo, detrás de este resultado, se esconden cifras y episodios singulares que reflejan la diversidad política y social del territorio bonaerense.
Uno de los datos más inquietantes fue la baja participación electoral, que marcó un récord negativo en la Costa Atlántica. En promedio, apenas el 60,98% del padrón acudió a las urnas, cifra que, si bien es superior a la registrada en la Ciudad de Buenos Aires en mayo (53,38%), sigue siendo baja para los estándares históricos de la provincia. Pinamar encabezó este ranking de abstención: de los 37.343 ciudadanos habilitados, solo 18.287 emitieron su voto, es decir, el 49,43%. Este fue el único distrito que no alcanzó la mitad de participación. General Rodríguez y Villarino también se ubicaron en los primeros puestos del ausentismo, con un 52,72% y 55,21% de votantes respectivamente.
En contraste, Tordillo, el municipio menos poblado de la provincia, ostentó la mayor participación: el 73,84% de sus 2.470 electores fue a votar. Dolores y Castelli, ambos en la Quinta Sección Electoral, también superaron el 72% de concurrencia. Berazategui, en el Gran Buenos Aires, lideró la zona conurbana con un 67,01% de participación, donde el intendente Juan José Mussi logró un 64,32% como candidato testimonial a concejal, gracias a un fuerte corte de boleta.
Pero la verdadera sorpresa electoral llegó desde dos localidades rurales: Villa Ireneo Portela, en Baradero, y Cristiano Muerto, en San Cayetano. En Portela, un pueblo de unos 500 habitantes, el vecinalismo de «Baradero 400 años» que lidera Juan Ramos se impuso a nivel municipal con el 34,27% de los votos. Sin embargo, la mayor curiosidad se produjo en la categoría de diputados provinciales, donde el Frente de Izquierda y de los Trabajadores (FIT) resultó primero, pese a haber obtenido apenas un voto en la categoría de concejales. Este fenómeno se explica por un inédito corte de boleta: de los 246 votantes de la mesa 88, solo 23 eligieron la misma lista en los tramos seccional y local, mientras que la mayoría combinó partidos distintos. Incluso, se sabe que solo una persona eligió la boleta completa del FIT. La noticia sorprendió a los propios referentes de la izquierda, que no contaban con fiscales en las mesas y preparan una visita de Nicolás Del Caño al lugar.
La victoria del FIT transformó por un momento a Villa Ireneo Portela en el «soviet» bonaerense de las redes sociales, donde proliferaron memes y recordatorios de que el revolucionario Ernesto «Che» Guevara pasó veranos de su infancia allí. El pueblo, a la vera del río Arrecifes, es conocido por su tranquilidad y por su famoso almacén de Ramos Generales, que funciona como bar y centro social. La reciente notoriedad política promete atraer, además de turistas rurales, a curiosos interesados en el fenómeno electoral.
En el extremo sur de la provincia, Cristiano Muerto —un pequeño paraje en el municipio de San Cayetano— aportó otro dato curioso: solo una persona votó por el peronismo en la categoría de senadores provinciales, y ni siquiera acompañó esa preferencia en la boleta local. Allí, de los 66 habilitados, solo 44 acudieron a votar (66,66%). La Libertad Avanza triunfó con el 57,14% en la categoría seccional, mientras que el peronismo apenas sumó un voto, que no se replicó en la elección de concejales. El fuerte corte de boleta fue la regla, y los votos en blanco apenas sumaron dos.
Estas historias, lejos de ser simples anécdotas, reflejan la complejidad del mapa político bonaerense, donde la apatía convive con la participación activa y los resultados inesperados en pequeños pueblos pueden captar la atención nacional. Así, mientras el peronismo celebra un triunfo contundente en las urnas, los curiosos resultados de Portela y Cristiano Muerto se convierten en símbolos de la diversidad y la sorpresa electoral en la provincia más grande del país.
