En un contexto de creciente proteccionismo comercial, los presidentes de Estados Unidos, Donald Trump, y de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, protagonizaron un encuentro clave en la Cumbre del Sudeste Asiático (ASEAN), celebrada en Malasia. El principal tema de discusión fue la posibilidad de disminuir los altos aranceles que actualmente impone Washington sobre las exportaciones brasileñas, una medida que podría reconfigurar el comercio bilateral y global.
La reunión, realizada tras varios intentos de coordinación, refleja la intención de ambos gobiernos de encontrar soluciones a las disputas comerciales derivadas de las políticas restrictivas adoptadas por la administración estadounidense. Trump, quien ha endurecido su postura arancelaria incluso con aliados tradicionales como Canadá, dejó abierta la puerta a modificar el esquema tarifario vigente para los productos brasileños, aunque condicionó cualquier avance a la existencia de “condiciones adecuadas”.
El presidente norteamericano destacó la importancia del vínculo bilateral antes de iniciar la cumbre: “Es un honor reunirme con el presidente de Brasil. Estoy convencido de que podremos alcanzar acuerdos beneficiosos para ambos países. Nuestra relación siempre ha sido buena y espero que siga fortaleciéndose”, afirmó.
Por su parte, Lula celebró el tono abierto y constructivo del diálogo. En redes sociales, el mandatario brasileño subrayó que ambos jefes de Estado acordaron que sus equipos económicos trabajarán de inmediato para avanzar en la búsqueda de soluciones a las tarifas y otros obstáculos comerciales.
Uno de los sectores más afectados por la política arancelaria estadounidense es el comercio de soja, fundamental para las economías de ambos países. La disputa comercial entre Washington y Pekín llevó a China a suspender sus compras de granos estadounidenses, lo que permitió a Brasil posicionarse como el principal proveedor para el gigante asiático. Como resultado, las exportaciones brasileñas de soja podrían alcanzar las 102,2 millones de toneladas hacia fines de octubre, superando los registros de los dos años previos.
El acercamiento entre Trump y Lula no es nuevo. Ambos mandatarios comenzaron a estrechar lazos desde septiembre, saludándose durante la Asamblea General de la ONU y sosteniendo una extensa conversación telefónica a comienzos de este mes, en la que ya habían debatido temas comerciales y de cooperación bilateral. Este contacto constante parece haber allanado el camino para la reunión en Malasia, donde se puso en marcha una agenda de trabajo más ambiciosa.
La posible reducción de los aranceles estadounidenses sobre las exportaciones brasileñas no solo tendría impacto en el intercambio entre ambos países, sino que también podría influir en los mercados globales de productos agrícolas y en el equilibrio de fuerzas dentro del comercio internacional. De concretarse, el acuerdo representaría un giro relevante en la política exterior de la administración Trump, caracterizada hasta ahora por la defensa cerrada de los intereses nacionales y el refuerzo de barreras proteccionistas.
Los equipos técnicos de ambos gobiernos tienen ahora la tarea de transformar los gestos políticos en avances concretos. Si prosperan las negociaciones, se abriría una nueva etapa en la relación entre dos de las principales potencias del continente americano, con beneficios económicos directos para sectores productivos clave y un eventual efecto dominó en la política comercial global.


