La crisis política en Estados Unidos por el cierre del gobierno ha encontrado un inesperado protagonista: la Argentina. En los últimos días, el vínculo entre el presidente Donald Trump y su par argentino Javier Milei, junto con el acuerdo comercial que permite la importación de carne argentina, ha generado un intenso debate en el Congreso y en la opinión pública estadounidense.

Todo comenzó cuando el senador republicano por Dakota del Sur, Mike Rounds, acudió a la Casa Blanca para discutir el prolongado cierre del gobierno federal, que mantiene a cientos de miles de empleados en licencia sin sueldo. Sin embargo, Rounds no solo llevó la preocupación por la parálisis administrativa, sino también el malestar de los ganaderos de su estado por la inminente llegada de carne argentina al mercado estadounidense.

«Necesitamos un plan que priorice a los productores estadounidenses», escribió el senador tras el encuentro, evidenciando el temor de los agricultores locales a perder competitividad frente a la apertura comercial con Argentina. Este planteo revela cómo la relación con el gobierno de Milei ha escalado hasta convertirse en un tema central en la agenda política y mediática de Estados Unidos.

El reciente paquete de ayuda financiera anunciado por el Tesoro norteamericano, que incluye un swap de 20.000 millones de dólares y otras herramientas, exacerbó el debate. El secretario del Tesoro, Scott Bessent, se ha encargado de comunicar casi a diario en redes sociales y a los mercados argentinos las razones y alcances de este apoyo, intentando calmar tanto a inversores como a críticos internos.

Sin embargo, la polémica crece entre los partidarios de Trump, quienes ven con desconfianza que la administración destine fondos millonarios a otro país mientras los productores estadounidenses sufren por el alza de precios y los efectos de los aranceles globales impuestos por el propio Trump. Además, el bloqueo chino a la soja estadounidense y la apertura a la carne argentina encienden los ánimos entre agricultores y ganaderos de los estados más rurales, donde el apoyo a Trump es tradicionalmente fuerte.

La controversia ha trascendido las fronteras del Congreso. Legisladores demócratas aprovechan la situación para criticar a Trump por priorizar a un aliado extranjero en medio del shutdown. Incluso miembros del ala más radical del Partido Republicano, como la congresista Marjorie Taylor Greene, han cuestionado abiertamente la ayuda: «Es incomprensible que hagamos esto con la Argentina», sentenció.

La respuesta oficial llegó en forma de una carta del secretario Bessent a la senadora Elizabeth Warren, en la que defendió la asistencia como una medida crucial para la seguridad nacional y la estabilidad financiera global.

El caso argentino ha cobrado tal relevancia que se ha instalado como tema habitual en medios de comunicación, programas de sátira política como «Saturday Night Live» y debates en redes sociales. Silvio Waisbord, profesor de la George Washington University, explica que la atención mediática responde tanto al uso partidario del tema por parte de los demócratas como a la cultura popular, que ha encontrado en Milei un personaje ideal para la ironía y la comedia.

Desde la óptica académica, Mark Healey, de la University of Connecticut, destaca que los rescates financieros internacionales nunca han gozado de popularidad en EE.UU., y el momento elegido para el anuncio, con el gobierno cerrado y recortes en políticas internas, ha generado aún más polémica.

Jason Marczak, vicepresidente del Atlantic Council, añade que el alineamiento político de Milei con Washington, la presencia creciente de empresas estadounidenses en Argentina y la posible influencia de la estabilidad argentina en la región explican el interés norteamericano. Sin embargo, advierte que sectores del agro estadounidense perciben estas medidas como perjudiciales para sus intereses.

¿Puede este escenario afectar políticamente a Trump? Waisbord considera poco probable que el impacto sea duradero, dada la capacidad del presidente para sortear controversias. Marczak, por su parte, señala que todo dependerá de la evolución de la relación bilateral y de los resultados económicos en ambos países.

Por ahora, la Argentina sigue ocupando un lugar central en los debates internos de Estados Unidos, demostrando cómo una crisis local puede transformarse en un asunto de interés global y alterar el pulso de la política de la mayor potencia del mundo.