El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, anunció una nueva ola de aranceles que impactarán fuertemente en sectores clave de la economía global y local. Las medidas, que incluyen un gravamen del 100% a medicamentos de marca y del 25% a camiones pesados, entrarán en vigor la próxima semana y forman parte de la estrategia del mandatario para fortalecer la industria manufacturera estadounidense y reforzar la seguridad nacional.
En un mensaje difundido a través de la red Truth Social, Trump precisó que la medida sobre medicamentos no será total: el arancel del 100% solo recaerá sobre las compañías farmacéuticas que aún no hayan invertido en plantas de producción dentro de Estados Unidos. Firmas multinacionales como Roche y Novartis ya anunciaron inversiones millonarias para evitar la penalización, mientras que la industria europea advirtió que la aplicación de estos impuestos podría poner en riesgo tanto las exportaciones como el acceso de pacientes a tratamientos críticos.
Uno de los países más afectados podría ser Irlanda, principal proveedor de fármacos a Estados Unidos. Ante la inminencia de las nuevas reglas, empresas irlandesas adelantaron envíos, lo que provocó un crecimiento del 536% en sus exportaciones hacia el mercado estadounidense en los primeros siete meses de 2025.
La presión no se limita al sector farmacéutico. Trump también dispuso fuertes aumentos en los aranceles a muebles importados: a partir del 1 de octubre, armarios y tocadores pagarán un 50% de impuesto, mientras que los muebles tapizados enfrentarán una tasa del 30%. El mandatario justificó estas medidas como parte de su compromiso para “recuperar” industrias locales, aunque voces de la industria, tanto en Vietnam como en grandes cadenas globales como IKEA, anticipan un aumento de precios y una mayor presión sobre la inflación.
El paquete arancelario incluye, además, una investigación sobre posibles impuestos adicionales a insumos médicos, maquinaria y robótica, bajo el argumento de razones de seguridad nacional. Esta táctica refuerza la utilización de los gravámenes como una poderosa herramienta de política exterior, en línea con la estrategia desplegada por la administración Trump en los últimos años.
El anuncio de la Casa Blanca llega en un contexto internacional complejo, donde recientes acuerdos con Japón, la Unión Europea y el Reino Unido establecieron límites a los gravámenes en sectores sensibles como el farmacéutico. En particular, un acuerdo preliminar con la Unión Europea fijó un tope global del 15% para los aranceles, lo que en teoría debería impedir que Washington imponga tasas superiores en ese rubro. No obstante, queda por verse cómo se implementarán estas restricciones frente a las nuevas disposiciones.
La Reserva Federal de Estados Unidos ya advirtió que el endurecimiento de las barreras comerciales podría alimentar la inflación interna, mientras que los mercados reaccionaron con alta volatilidad tras conocerse los anuncios. Las empresas globales, por su parte, deben ahora enfrentar una combinación de interrupciones en las cadenas de suministro, mayores costos y una demanda incierta, tras años de guerra comercial entre Washington y sus principales socios.
En medio de las advertencias de industria y analistas, la administración Trump calcula que la recaudación por los nuevos aranceles podría alcanzar los 300.000 millones de dólares a lo largo del año, pese al impacto potencial sobre consumidores y sectores como el transporte, fuertemente afectados por los impuestos a camiones pesados.
Con estos anuncios, Trump vuelve a situar la política comercial en el centro de su agenda, apostando a una mayor producción nacional y a la renegociación de acuerdos internacionales, en un contexto económico y político marcado por la incertidumbre.


