En 1985, el cine comercial vivía una de sus temporadas más recordadas. Ese año llegaron a las salas aventuras que marcaron a una generación, como Volver al Futuro, el retrato adolescente de El Club de los Cinco, el espíritu aventurero de Los Goonies y la elegancia visual de Ran, de Akira Kurosawa. Sylvester Stallone, por su parte, dominaba la pantalla grande con dos tanques de acción: Rambo: Primera Sangre Parte II y, sobre todo, Rocky IV, el capítulo más estridente y tecnológico de la saga del “Semental Italiano”.
Estrenada el 27 de noviembre de 1985, hace exactamente cuatro décadas, Rocky IV llevó al extremo el cruce entre espectáculo deportivo y clima político global. El duelo entre Rocky Balboa y el imponente Ivan Drago se leyó como una metáfora directa de la Guerra Fría, con el ring convertido en escenario de un enfrentamiento entre potencias. La película fue un fenómeno de taquilla y, al mismo tiempo, un retrato del exceso ochentoso: montajes musicales, máquinas de entrenamiento de alta tecnología y una estética marcada por la modernidad de la época.
En ese universo saturado de neón y aparatos futuristas apareció un personaje tan insólito como inolvidable: SICO, el robot mayordomo que Rocky le obsequia a su cuñado Paulie. En pantalla, el androide sirve bebidas, responde llamadas y termina ganándose el resquemor y luego el afecto del siempre huraño Paulie. Para muchos espectadores, se trató de un chiste propio de la década, un guiño extravagante a la fascinación por los robots domésticos. Sin embargo, detrás de esa figura metálica se escondía una historia íntima de Sylvester Stallone.
Un robot de película nacido como herramienta terapéutica
Lejos de ser un simple accesorio de utilería, SICO fue creado por la empresa International Robotics como un asistente avanzado, pensado para interactuar con personas y generar vínculos, incluso con quienes tienen necesidades especiales. En la vida real, el robot ya formaba parte del entorno familiar de Stallone antes de llegar al set.
El hijo del actor, Seargeoh, había sido diagnosticado con autismo desde pequeño. En la búsqueda de recursos que facilitaran la comunicación y el contacto, la familia Stallone se interesó por las posibilidades de estos robots sociales. Robert Doornick, fundador de International Robotics, recordó en una entrevista que recibió un llamado directo de la familia, curiosa por la manera en que SICO podía colaborar en la terapia del niño. Según su relato, el entusiasmo de Stallone por el potencial del robot creció rápidamente.
Ese vínculo personal fue el que llevó al actor, también guionista y director de Rocky IV, a tomar una decisión poco habitual: incorporar a SICO al argumento de la película. Al darle un rol dentro de la historia, Stallone lograba tener al robot —y con él, a su hijo y a su cuidador— cerca del rodaje. Lo que el público interpretó como un capricho futurista era, en realidad, una forma de que el protagonista pudiera trabajar sin alejarse de su vida familiar.
De la terapia al escenario con James Brown
La participación de SICO en Rocky IV no fue el final de su recorrido público. El robot terminó convertido en una figura llamativa de la cultura pop, a partir de otro encuentro fortuito en el mismo set de filmación. En la película, James Brown irrumpe con una explosiva interpretación de “Living in America”, tema que suena antes del combate entre Apollo Creed e Ivan Drago.
Durante esa experiencia compartida, el “Padrino del Soul” quedó cautivado por el carisma del robot. El interés fue tal que decidió sumarlo a su gira. SICO acompañó a Brown en sus shows en vivo, apareciendo en escena, jugando con el público e incluso aportando algunas líneas durante las presentaciones de “Living in America”. El dispositivo que había sido concebido como apoyo terapéutico terminó así reconvertido en partenaire de una leyenda del soul. El fenómeno llegó al punto de que, según contó Doornick, el robot obtuvo su propia credencial del Sindicato de Actores (SAG).
El corte del director y la desaparición de SICO
Décadas después, el destino de SICO dentro del universo oficial de la saga dio un giro drástico. En 2021, Stallone lanzó Rocky IV: Rocky vs. Drago, una versión restaurada y reeditada bajo el formato de Director’s Cut. El objetivo declarado era enfatizar el drama y despojar al film de varios elementos considerados excesivos o humorísticos.
En ese proceso, todas las escenas de SICO fueron eliminadas. El propio Stallone había anticipado que el robot no volvería a aparecer, una decisión que generó desilusión entre los seguidores que valoraban ese costado más desbordado y kitsch de los años ’80. El androide, que alguna vez recorrió escenarios junto a James Brown y fue símbolo de la estética futurista de la época, desapareció del nuevo montaje.
Sin embargo, la ausencia en la versión reciente no alcanza para borrar el trasfondo de su presencia original. SICO sigue siendo uno de los elementos más singulares de Rocky IV, no solo por su rareza visual, sino por lo que representó puertas adentro: un puente entre el trabajo y la paternidad, una herramienta para que Stallone pudiera estar cerca de su hijo durante una de las producciones más grandes de su carrera.
Así, aquel robot que muchos catalogaron como simple curiosidad ochentosa se revela, con el paso del tiempo, como un símbolo de afecto familiar incrustado en medio de una superproducción sobre boxeo, orgullo nacional y rivalidad geopolítica. Cuatro décadas después del estreno, SICO permanece como uno de los detalles más humanos de la saga de Rocky Balboa.


