River Plate experimentó una noche para el olvido en el estadio Monumental José Fierro de Tucumán, donde cayó 2-0 ante Atlético Tucumán y perdió tanto el invicto como el liderazgo de su zona. La decisión de Marcelo Gallardo de presentar un equipo alternativo, plagado de suplentes y jóvenes, dejó más interrogantes que certezas entre los hinchas y expuso las limitaciones del plantel cuando faltan sus figuras principales.

El entrenador millonario optó por reservar a los titulares para el choque decisivo ante Palmeiras por la Copa, considerado el gran objetivo del año. Esta estrategia, sin embargo, generó debate: ¿valía la pena resignar el torneo local, aún cuando sigue siendo relevante para las aspiraciones del club?

El encuentro comenzó con un Atlético Tucumán decidido, que presionó alto y no dio respiro a un River desordenado y falto de experiencia. Los dirigidos por Lucas Pusineri tomaron la iniciativa desde el primer minuto, avisando con un gol anulado a Leandro Díaz por posición adelantada. Poco después, la defensa riverplatense exhibió sus fragilidades en una jugada de pelota parada: Clever Ferreira aprovechó un córner mal resuelto por Jeremías Ledesma y abrió el marcador para los locales.

La apuesta por el futuro quedó simbolizada en el debut como titular de Agustín De la Cuesta, mediocampista de 19 años. Sin embargo, la falta de respaldo a los juveniles y la ausencia de referentes como Enzo Pérez, Franco Armani, Germán Pezzella, Marcos Acuña y Nacho Fernández dejaron al equipo sin conducción ni experiencia. River nunca logró imponer su juego ni generar conexiones claras entre líneas. Las pocas aproximaciones, como un remate aislado de Matías Galarza, no alcanzaron para inquietar a Atlético.

Durante la primera etapa, el conjunto de Gallardo lució incómodo y apurado. Los laterales fueron punto débil constante y Atlético supo explotar las dudas defensivas de su rival, especialmente con las individualidades por los costados. El equipo tucumano, lejos de mostrar un fútbol brillante, supo capitalizar las imprecisiones del adversario y administrar la ventaja.

En el complemento, la historia no cambió. River, obligado a buscar el empate, dejó espacios y sumó errores en el fondo. Atlético generó situaciones claras y terminó de sentenciar el resultado tras un penal cometido por Boselli sobre Laméndola. Leandro Díaz no falló desde los doce pasos y selló el 2-0 definitivo, dejando sin respuestas al conjunto visitante.

La imagen que dejó River fue preocupante. El planteo de Gallardo, enfocado en cuidar energías para la Copa, dejó al equipo expuesto y sin reacción ante un Atlético Tucumán que cortó su mala racha y se metió nuevamente entre los clasificados de la zona. Mientras tanto, los hinchas riverplatenses se preguntan si valía la pena arriesgar tanto en el torneo doméstico y si los juveniles están listos para asumir el protagonismo en este tipo de encuentros.

Ahora, el futuro inmediato le planteará a River y a su entrenador el desafío de revertir la imagen y validar la arriesgada apuesta por la Copa. El Clausura ha quedado relegado, pero la incógnita sobre el impacto de esta derrota persiste, dejando abierta la discusión sobre el equilibrio entre presente y futuro en la gestión del plantel millonario.