El estadio Monumental vivió una noche de frustración y descontento tras la dura derrota de River Plate frente a Sarmiento. Las tradicionales canciones de aliento se transformaron en cánticos de reproche, reflejando el hartazgo de los fanáticos ante el bajo rendimiento sostenido del equipo. La exigencia no solo está dirigida a los jugadores; el foco de las críticas comienza a recaer con fuerza sobre Marcelo Gallardo, el entrenador más exitoso de la historia reciente del club, cuyo liderazgo ahora es cuestionado por decisiones tácticas y de gestión de plantel.
La seguidilla de resultados adversos y la falta de una identidad futbolística clara han generado inquietud de cara a los objetivos venideros. River se encuentra en plena pelea en el torneo local y con dos compromisos inmediatos en Copa Argentina, además del esperado clásico ante Boca. Sin embargo, la performance del equipo ha dejado muchas dudas y la presión crece jornada tras jornada.
Tras el último traspié, Gallardo y los referentes del plantel mantuvieron una extensa reunión en el vestuario. El clima era tenso y la autocrítica estuvo presente. El entrenador, que demoró más de una hora en presentarse ante la prensa, fue sincero sobre el momento que atraviesan: “No es el River que queremos ver. No estamos bien, pero debemos seguir trabajando y asumir la responsabilidad. Los objetivos aún están al alcance”.
Gallardo, conocido por su carácter competitivo y resiliente, recordó que ha afrontado situaciones difíciles antes y que nunca dio nada por sentado: “Me crié en la adversidad. Sé que perder partidos así tiene un gran impacto. Entiendo la exigencia del hincha; yo nací en este club y no puedo reprocharles nada. Les pedí disculpas y está bien que exijan. Ahora nos toca aguantar y trabajar”.
Las decisiones técnicas del DT, sin embargo, generan desconcierto. Gallardo ha rotado jugadores y esquemas de manera constante, gastando cifras millonarias en refuerzos, pero sin lograr consolidar un equipo estable. Ejemplos sobran: Manuel Lanzini, que comenzó la temporada como titular indiscutido, perdió rápidamente su lugar; Ignacio Fernández pasó de no ser considerado a ser titular en partidos clave. Facundo Colidio y Miguel Borja alternan entre ser descartados y convertirse en figuras. Fabricio Bustos y Milton Casco, por su parte, siguen recibiendo oportunidades pese a los cuestionamientos.
El propio entrenador reconoce que nada parece funcionar: “Hemos probado de todo y no logramos afianzar un equipo. Los jugadores entran y salen, pero la única verdad está en el trabajo y en cómo responde el grupo. No vine a vivir del pasado ni a quedarme cómodo. Me pongo objetivos todo el tiempo”.
En cuanto a la parte defensiva, Gallardo admitió que los goles recibidos en los últimos encuentros fueron evitables y que los errores se repiten: “No estamos ligando mucho. Nos patean poco y nos convierten. Hay que aprender de esto y seguir adelante. No voy a claudicar frente a la adversidad. Al final de la temporada veremos cómo seguimos”.
La pregunta inevitable comienza a rondar en Núñez: ¿es momento de que Gallardo se reinvente? Mientras la incertidumbre se instala entre los hinchas y la dirigencia, el DT apuesta a su experiencia y al trabajo para revertir la situación. Pero el margen de error es cada vez más acotado, y el ciclo, por primera vez, parece enfrentar un desafío que va mucho más allá de lo futbolístico.


