Tras el inesperado resultado de las elecciones legislativas, los mercados argentinos experimentaron un breve optimismo. Sin embargo, detrás de esa euforia persiste una dura realidad: la economía nacional atraviesa una etapa crítica, con reservas internacionales netas en niveles históricamente bajos y compromisos de deuda que no dan respiro.
Este lunes, el Gobierno debe afrontar un pago de intereses por u$s822 millones al Fondo Monetario Internacional (FMI), una obligación que coincide con reservas netas negativas cercanas a los u$s11.000 millones, según la metodología del propio organismo. A este desembolso se suman otros vencimientos en noviembre: u$s411 millones con otros organismos multilaterales y u$s29 millones con acreedores diversos. En total, los compromisos del mes superarán los u$s2.000 millones, en un contexto de severa escasez de divisas.
La situación de las reservas preocupa especialmente porque el país se encuentra lejos de los objetivos establecidos en la reformulación del acuerdo con el FMI, pactados en junio. El economista Martín Polo, de Cohen Soluciones Financieras, explicó que el programa arrancó con una posición de u$s -11.654 millones y actualmente ronda los u$s -10.170 millones. Sin embargo, la meta para diciembre es reducir ese rojo a u$s -3.500 millones. “De no haberse renegociado el acuerdo, la exigencia era llevarlas a cero”, advirtió Polo en un encuentro con inversores.
Fernando Marull, otro analista especializado, coincide en el diagnóstico: “Con la forma de cálculo del FMI, hoy las reservas netas son casi u$s11.000 millones negativas, y hay que pagar u$s2.000 millones en noviembre. La próxima meta es u$s -3.500 millones, lo que implica conseguir u$s9.500 millones adicionales en muy poco tiempo”.
A pesar de estas cifras alarmantes, Marull descartó que esto implique una devaluación inmediata, aunque subrayó que “es una variable clave si se busca mantener una relación constructiva con el FMI”. La acumulación de reservas, reconocen los analistas, sigue siendo la principal tarea pendiente del Gobierno, más allá de los cambios de clima político tras los comicios.
En cuanto a los números globales, la sociedad de bolsa Cohen consignó que las reservas brutas suman u$s40.765 millones, gracias en parte a desembolsos del propio FMI y diversas operaciones financieras. No obstante, al descontar pasivos y otros compromisos, el saldo neto es mucho más preocupante, situándose en terreno negativo si se emplea el criterio del fondo.
Las alternativas para revertir esta situación parecen limitadas. El Tesoro nacional intentó captar dólares mediante la emisión de Bontes, títulos dirigidos a inversores extranjeros que se suscriben en pesos y se cancelan en dólares. Aunque a mitad de año se anunció un plan de colocaciones mensuales por u$s1.000 millones, hasta el momento solo se concretaron u$s1.500 millones.
Por su parte, Polo advirtió que la balanza comercial será deficitaria en lo que resta del año, ya que los exportadores adelantaron unos u$s7.000 millones en ventas. Para evitar un deterioro mayor, el economista sugiere que tanto empresas como provincias emitan bonos en dólares y que la formación de activos externos –la fuga de divisas– se reduzca a u$s1.000 millones en los próximos meses. De cumplirse estos supuestos, el tipo de cambio podría mantenerse relativamente estable hasta fin de año.
De todos modos, la incertidumbre persiste, y la posibilidad de que Argentina vuelva a acceder a los mercados internacionales de deuda aún luce lejana. Mientras tanto, los compromisos con el FMI y otros acreedores siguen marcando la agenda económica, y el desafío de recomponer reservas se mantiene como el principal obstáculo para estabilizar el panorama financiero del país.


