Hace medio siglo, el mundo de la música fue testigo de un acontecimiento que marcaría un antes y un después: el lanzamiento de Bohemian Rhapsody. Editada en formato de disco simple y conocida en Argentina como Rapsodia Bohemia, esta obra maestra de Queen irrumpió en la escena musical con una propuesta tan audaz como innovadora. Hoy, a 50 años de aquel debut, la banda británica celebra su legado con la reedición en vinilo del icónico sencillo, recordando el impacto de una canción que desafió las reglas y conquistó generaciones.
Detrás de los casi seis minutos que dura Bohemian Rhapsody se encuentra la mente creativa de Freddie Mercury. El líder de Queen logró fusionar géneros distantes como el rock y la ópera en una pieza que, lejos de encasillarse, abrió un nuevo capítulo en la historia de la música popular. Junto a Brian May, Roger Taylor y John Deacon, Mercury logró crear una identidad sonora inconfundible para la banda, que encontró en este tema su sello único.
La canción se destaca por su estructura poco convencional. Todo comienza con una introducción coral, en la que la voz de Mercury, acompañada por un trabajo de mezcla sorprendente para la época, lanza la pregunta que se convertiría en leyenda: «¿Es esta la vida real, es sólo fantasía?». Este arranque da paso a un relato dramático, interpretado con la intensidad característica de Freddie Mercury, y culmina en una explosión de rock furioso que se apaga en un final cargado de resignación.
Uno de los momentos más recordados de la canción es la sección operística. Según el propio Mercury, esta parte nació tras investigar el género y luego transformarla en una suerte de parodia, dando lugar a una de las secuencias corales más reconocibles del rock. La guitarra de Brian May, con sus solos inconfundibles, sirve de puente entre los distintos climas de la canción, reforzando la sensación de estar ante una obra compuesta por varios actos.
El lado B del single, I’m in Love with My Car, con Roger Taylor al frente, ofrecía un contraste estilístico marcado, reafirmando la versatilidad de Queen. Sin embargo, fue la apuesta arriesgada de Bohemian Rhapsody la que capturó la atención del público y, con el tiempo, de la crítica.
El estreno en vivo de la canción quedó inmortalizado en el álbum A Night At the Odeon – Hammersmith 1975, donde Queen demostró su capacidad de trasladar la complejidad del estudio al escenario. La interpretación de Mercury, junto al virtuosismo de May, Taylor y Deacon, consolidó la reputación de la banda como una de las más originales de la época.
La gestación de Bohemian Rhapsody también está rodeada de anécdotas únicas. John Reid, el representante de Queen entre 1975 y 1978, recordó en una entrevista con la BBC su primera visita al departamento de Mercury en Kensington. Allí, descubrió que el cantante disfrutaba de escuchar Cabaret de Liza Minnelli, un gusto musical que parecía estar en las antípodas del rock de Queen. Además, relató que Mercury tenía un piano a los pies de su cama, con velas encima, lo que le permitía componer apenas se despertaba. Según Reid, fue en ese entorno poco convencional donde Mercury habría comenzado a escribir la legendaria canción, tocando el piano «al revés».
Pese a la innovación que suponía la canción, la crítica de la época no supo reconocer inmediatamente su valor. Sin embargo, el tiempo le dio la razón a Mercury y su banda: Bohemian Rhapsody se transformó en un himno universal, reafirmando la vigencia de Queen y su capacidad para reinventar los límites de la música popular. Hoy, a 50 años de su lanzamiento, la reedición en vinilo es tanto un homenaje como una invitación a redescubrir una obra que sigue despertando admiración y asombro.


