El financiamiento a pequeñas y medianas empresas (pymes) a través de los avales de las Sociedades de Garantía Recíproca (SGR) enfrenta un panorama complicado. La reciente inestabilidad en el mercado de cambios y las tasas de interés elevadas han puesto bajo presión a un sector clave de la economía argentina, que ya venía golpeado por la recesión.
Según analistas consultados, el actual escenario operativo desafiante afecta la capacidad de pago de las pymes, que dependen del crédito para sostener su actividad diaria. Pablo Sanucci, CEO de la plataforma Finvoi, explicó que hasta hace poco las SGR respaldaban principalmente préstamos bancarios a mediano plazo, representando alrededor del 70% de los avales emitidos. Sin embargo, la reciente volatilidad de tasas provocó que muchas empresas optaran por no tomar créditos a plazos más largos debido a los elevados costos de financiamiento.
Esta situación generó un cambio de tendencia: los avales comenzaron a destinarse cada vez más a operaciones de corto plazo en el mercado de capitales, donde las condiciones resultan más favorables que en los bancos. Los adelantos en cuenta corriente para empresas, por ejemplo, pasaron de tasas promedio del 36% en junio a alcanzar picos del 93% en la última semana, de acuerdo con datos de GMA Capital.
Los Cheques de Pago Diferido (CPD), una herramienta clave en el financiamiento pyme, también reflejan el impacto de esta coyuntura. De acuerdo al Mercado Argentino de Valores (MAV), las tasas de referencia para CPD avalados se ubican actualmente cerca del 48%, cuando en julio promediaban el 40%. Si bien desde el MAV advierten que la tasa no es el único factor determinante para acceder al mercado de capitales, el aumento encarece el acceso al crédito justo cuando las empresas más lo necesitan.
Agostina Monti Salías, especialista en desarrollo productivo, señaló que una de cada tres pymes se financia a través de avales de SGR. Según destacó, incluso antes del reciente salto en la volatilidad, las tasas ya eran prohibitivas para muchas empresas, en especial en un contexto de caída de la actividad. «El sistema de SGRs era un salvavidas para muchas firmas, pero actualmente ya no puede ofrecer condiciones razonables», advirtió.
El informe más reciente de la calificadora internacional Moody’s coincide en el diagnóstico. La eliminación de ciertos instrumentos de liquidez bancaria y la reducción de liquidez en el mercado de capitales, sumadas a las tasas en alza, presionan a las micro, pequeñas y medianas empresas avaladas por SGR. Moody’s advierte que si la tendencia continúa, el costo del financiamiento seguirá subiendo, lo que golpeará los flujos de caja de las pymes.
Un ejemplo concreto ilustra la gravedad del problema: una pyme de electrodomésticos que recibe un cheque de $1.000.000 a 30 días y necesita efectivo inmediato para pagar salarios termina recibiendo poco más de $800.000 tras descontar una tasa del 125%, más impuestos. Este tipo de situación se ha vuelto habitual, según el ex director nacional de política industrial, Leandro Mora Alfonsín.
A futuro, Moody’s anticipa que el volumen de garantías emitidas por SGR seguirá creciendo, aunque a un ritmo más lento y con criterios de mayor cautela, debido al aumento de la morosidad en el sistema financiero. Salías subraya que, si bien todavía no hay un aumento claro en la morosidad, sí se observa un estiramiento en los plazos de pago y una profundización en la caída de la actividad económica.
Las autoridades económicas nacionales siguen de cerca esta problemática. La volatilidad de las tasas de interés amenaza el flujo de crédito y, por extensión, la continuidad de muchas pymes. Ejemplo de esta dinámica es el salto del rendimiento de las cauciones a un día, que superó el 80% en las últimas jornadas, lo que confirma el alto costo de financiarse en el contexto actual.
En síntesis, el acceso al crédito para las pymes argentinas se ha convertido en una carrera de obstáculos, agravada por la inestabilidad del mercado y la falta de herramientas de financiamiento accesibles. Si la situación persiste, advierten especialistas, podría haber consecuencias aún más profundas para el entramado productivo nacional.


