La última edición de La Voz Argentina dejó una marca imborrable en la televisión nacional, no sólo por la emoción de la competencia sino también por la inspiradora historia de su flamante ganador: Nicolás Behringer, un joven de 28 años que hasta hace poco se ganaba la vida cantando en los pasillos del subte porteño.

La final, que se emitió grabada por Telefe, mantuvo el misterio hasta el último minuto. Fue exactamente a las 22.11 del lunes cuando el conductor, Nicolás Occhiato, pronunció el nombre del nuevo campeón, desatando el festejo en el estudio y entre quienes lo acompañaron durante su recorrido. Sin embargo, la transmisión no informó en ese momento el resto de las posiciones, algo que el público esperó con ansias.

Durante los casi cuatro meses que duró el certamen, Behringer supo conquistar no solo con su voz, sino también con una historia personal marcada por la resiliencia. Crió a su hermana Julieta desde que tenía 12 años, tras la muerte de su padre y el alejamiento de su madre, y juntos construyeron un vínculo inquebrantable. Julieta, hoy de 19, fue su mayor apoyo durante la competencia. «Ella siempre me decía que iba a ganar, que me lo merecía», relató Nicolás tras la consagración.

Hasta su ingreso al reality, la rutina de Nicolás transcurría entre presentaciones callejeras y shows a la gorra, tanto presenciales como virtuales, para poder costear el alquiler y sostener a su hermana. El destino, o quizás la numerología –su número de casting era el 2072, cuya suma da 11, su número de la suerte–, le tenía preparado un giro inesperado.

El camino en La Voz Argentina no fue sencillo. Behringer empezó en el equipo de Luck Ra, el único coach que giró su silla durante su audición a ciegas. El vínculo con el artista cordobés se fortaleció a lo largo de la competencia, al punto de que Luck Ra lo invitó a cantar en su show en la cancha de Vélez y le obsequió un teléfono celular para que pudiera grabar mejor sus videos. “Es un tipo generoso y cálido, siempre pensando en los demás”, destacó Nicolás.

La gran final fue también la noche de los agradecimientos. Behringer compartió escenario con su coach interpretando el tema “Que me falte todo”, originalmente grabado por Luck Ra y Abel Pintos. El público fue el encargado de elegirlo como ganador, en una definición que tenía a Alan Lez (del equipo de Lali Espósito), Milagros Amud (de La Sole) y Eugenia Rodríguez (de Miranda!) como finalistas destacados. Finalmente, Alan ocupó el segundo puesto, Milagros el tercero y Eugenia quedó cuarta.

El premio para el campeón incluyó 70 millones de pesos, un auto 0 km y la firma de un contrato con el sello discográfico Universal. Aunque aún no tiene definido qué hará con el dinero, Behringer aseguró que su prioridad es asegurar un hogar para él y su hermana. «Quiero un techo propio para nosotros. Ella es todo para mí, la crié prácticamente solo», confesó.

Lejos de buscar la compasión del público, Nicolás se mostró agradecido por cada oportunidad y por el voto de confianza que lo mantuvo en carrera, incluso en momentos en los que dudó de sí mismo. «No soy el mismo que era. Gané confianza y maduré mucho en este proceso», reflexionó.

El triunfo de Behringer también significó el primer título como coach para Luck Ra en su debut en el programa, sumándose al palmarés de figuras como La Sole, que ostenta tres consagraciones previas.

Ya con la agenda repleta de entrevistas y compromisos, el joven que alguna vez fue parte de la multitud anónima bajo tierra, ahora inicia una nueva etapa con la promesa de seguir creciendo en la música y con la gratitud intacta hacia quienes lo acompañaron. «Si uno cuida las oportunidades, pueden lograrse grandes cosas», concluyó, mientras se prepara para grabar su disco y disfrutar de un futuro tan prometedor como merecido.