El tradicional ciclo de Conciertos del Mediodía del Mozarteum Argentino clausuró su temporada 2025 con una postal que resume su vigencia: un miércoles, a las dos de la tarde, la Sala Argentina del Palacio Libertad casi colmada, con apenas unos asientos vacíos. La escena confirma el lugar singular que ocupa esta propuesta gratuita en la agenda cultural porteña, sostenida desde hace décadas como un espacio donde la música académica convoca público masivo en pleno horario laboral.
El cierre estuvo a cargo del Ensamble Concentus BA, bajo la dirección de Ricardo Sciammarella. La agrupación, creada en 2019, se especializa en la interpretación históricamente informada de repertorio de los siglos XVIII y XIX, con un trabajo centrado en recuperar timbres, afinaciones y modos de articulación propios de la época. Ese enfoque incluye el uso de instrumentos afines al período y criterios estilísticos que buscan acercarse a las prácticas originales.
El programa elegido se concentró en el corazón del clasicismo vienés y propuso un diálogo entre dos sinfonías emblemáticas: la Nº 29 de Wolfgang Amadeus Mozart y la Nº 45 de Joseph Haydn, popularmente conocida como Los adioses. El vínculo entre ambas no es solo estético: Haydn fue un referente y amigo para Mozart, y las dos partituras comparten rasgos del llamado Sturm und Drang, corriente que, hacia la segunda mitad del siglo XVIII, intensificó la expresividad mediante contrastes dinámicos pronunciados, modulaciones audaces y un lenguaje más vehemente que el de otros estilos contemporáneos.
Compuesta en 1774, la Sinfonía Nº 29 marcó uno de los primeros intentos de Mozart por dotar a la forma sinfónica de un sello personal. En la lectura de Concentus BA, esa búsqueda de carácter se vio parcialmente opacada por una afinación inestable, problema frecuente en conjuntos que trabajan con cuerdas de tripa, y por ataques poco precisos. El movimiento lento dejó al descubierto con mayor nitidez los puntos donde el ensamble aún no termina de resolver desafíos formales y técnicos, dando la impresión de apoyarse más en la intención expresiva que en un control minucioso del detalle.
El cierre de la obra, el Allegro con spirito, se convirtió en el tramo más convincente de la interpretación. Allí se percibió una proyección sonora más definida y una estructura mejor afirmada. En los pasajes rápidos, el conjunto mostró una escucha interna más afinada y una cohesión que permitió que el discurso musical fluyera con mayor naturalidad.
La segunda parte del concierto estuvo dedicada a la Sinfonía Nº 45 de Haydn, escrita en 1772 en un contexto particular. La orquesta del príncipe Nikolaus Esterházy se encontraba en la residencia estival de Eszterháza, en Hungría, mientras las familias de los músicos permanecían en Eisenstadt. La obra fue leída históricamente como un mensaje implícito para obtener el regreso al hogar, aunque también se la asocia con una protesta ante la posibilidad de reducir la plantilla orquestal. En el último movimiento, los instrumentistas abandonan el escenario de manera gradual hasta quedar solo dos violines, un gesto que habría influido en la decisión del príncipe de autorizar el retorno al día siguiente.
Antes de comenzar, Sciammarella presentó la sinfonía como una pieza que puede dialogar con el presente y admitir lecturas diversas, desde la parodia hasta la tragedia. Sin embargo, la interpretación se enfrentó a dificultades similares a las observadas en la obra de Mozart: desajustes de afinación, imprecisiones y una organización de planos sonoros que no siempre resultó rigurosa. El Adagio fue el segmento más frágil, con un discurso que se fue deshilachando y un equilibrio irregular entre las distintas líneas instrumentales.
En los movimientos veloces, en cambio, el ensamble se mostró más cómodo, con una respuesta estilística más espontánea. El célebre final, con la retirada paulatina de los músicos —primero los vientos, luego las cuerdas hasta dejar en escena solo a los dos violines—, coronó una versión que, pese a sus altibajos, permitió reencontrarse con una de las páginas más ingeniosas y singulares de Haydn.
Fuera de programa, Concentus BA ofreció el Finale presto de la Sinfonía Nº 49 de Haydn, una elección exigente que, no obstante, se comprende dentro de la lógica del grupo: los tempi rápidos parecen favorecerlo, ya sea porque atenúan la percepción de ciertos desajustes o porque le permiten sostener un pulso enérgico, más eficaz en términos de impacto que de refinamiento.
La función, calificada como buena en el balance general, reafirmó el lugar de los Conciertos del Mediodía como un pilar de la vida musical de Buenos Aires. El Mozarteum Argentino anunció su intención de mantener esta tradición en el próximo año, en paralelo con la que será su 74.ª temporada en el Teatro Colón. Esa programación incluirá la presencia de figuras de relieve internacional, como Il Pomo d’Oro con Jakub Józef Orliński, la Camerata Salzburg junto a la violinista María Dueñas, además de Philippe Herreweghe y el pianista András Schiff, entre otros nombres destacados que volverán a situar a la ciudad en el circuito global de la música clásica.
Ficha
Mozarteum Argentino, Conciertos del Mediodía. Sala: Palacio Libertad, miércoles 26 de noviembre.
Ensamble Concentus BA. Dirección: Ricardo Sciammarella.
Programa: Wolfgang Amadeus Mozart, Sinfonía Nº 29 en la mayor, K. 201; Joseph Haydn, Sinfonía Nº 45 en fa sostenido menor, Hob. I:45, Los adioses.
Calificación: bueno.


