El escenario político de la Ciudad de Buenos Aires experimentó en los últimos meses una transformación inesperada. Lo que comenzó como un cruce de acusaciones entre el PRO y el Gobierno nacional, derivó finalmente en una alianza estratégica que involucra a figuras clave como Mauricio Macri, Javier Milei y Patricia Bullrich, y que podría tener impacto nacional.
En los inicios de la gestión libertaria, el PRO fue blanco de severas críticas por parte del oficialismo, que llegó a calificarlos como “amarillos fracasados”. Sin embargo, con el correr de las semanas la relación viró hacia una colaboración pragmática, sellada en una alianza electoral que, aunque dejó heridas abiertas, comenzó a mostrar frutos concretos.
Uno de los momentos más tensos ocurrió durante la conformación del frente electoral. Karina Milei, hermana del Presidente y figura influyente en La Libertad Avanza (LLA), había exigido que Jorge Macri, jefe de Gobierno porteño y presidente del PRO en la ciudad, no apareciera en la foto fundacional del acuerdo. Sin embargo, el tiempo y las necesidades políticas abrieron nuevas puertas.
Actualmente, Patricia Bullrich, ministra de Seguridad y candidata a senadora por la Ciudad, busca compartir actos y anuncios con el ejecutivo porteño, en una estrategia para robustecer su perfil electoral. Su objetivo es claro: capitalizar la potencia del PRO y de la gestión porteña para nutrir su campaña y la del oficialismo en general.
La relación Bullrich-Macri no estuvo exenta de roces. Hace algunos meses, la ministra tuvo un cruce con la administración porteña por las fugas de presos federales en las alcaidías de la ciudad, una situación que derivó en la renuncia del ministro de Justicia y Seguridad local, Waldo Wolff. Diego Kravetz, viceministro, saltó a la arena nacional como número dos en la SIDE.
A pesar de estos episodios, ambas partes parecen dispuestas a avanzar en una agenda común. Entre los proyectos en carpeta, destaca la posible construcción de un monumento conmemorativo por las víctimas del 7 de octubre en Israel y la apertura de calles en terrenos nacionales, iniciativas que requieren coordinación entre Nación y Ciudad.
La visita de Mauricio Macri a la Quinta de Olivos fue un punto de inflexión. El encuentro con Milei, gestionado por Guillermo Francos, permitió destrabar dos créditos internacionales largamente demorados: uno del Banco Interamericano de Desarrollo (US$ 85 millones) y otro de la CAF (US$ 375 millones). Estos fondos, que habían quedado en suspenso tras la firma de la alianza electoral, ahora se destinarán a obras clave como la ampliación de la autopista Dellepiane, la compra de nuevos vagones para la línea B y proyectos de infraestructura bajo nivel.
Cerca de Jorge Macri señalan que, mientras esperan la publicación de los decretos oficiales para habilitar el endeudamiento, ya comenzaron a ejecutarse obras con recursos propios, gracias al superávit de 2024 y a una gestión presupuestaria eficiente. La administración porteña busca así mostrar independencia financiera, pero también aprovechar la llegada de los créditos internacionales para acelerar el desarrollo urbano.
En paralelo, el PRO afianza lazos internos y externos. Un asado en la casa del jefe de bloque de diputados, Cristian Ritondo, reunió a una docena de legisladores, entre ellos figuras como Martín Yeza, Alejandro Finocchiaro y Diego Santilli. Durante el encuentro, se debatió el rumbo del gobierno, la situación del primer candidato libertario y el futuro del partido, en un clima donde no faltaron críticas al trato recibido por parte de los libertarios en algunos distritos.
Mientras los sectores más entusiastas ven el acercamiento con Milei como una oportunidad para evitar que la Argentina caiga en nuevas crisis, los más críticos advierten sobre la necesidad de corregir el rumbo y fortalecer la conducción interna del PRO, especialmente tras los resultados electorales en la provincia de Buenos Aires.
Así, el puente tendido entre Macri y Milei no solo desbloqueó recursos financieros, sino que también abrió una nueva etapa de alianzas y negociaciones que podrían redefinir el mapa político porteño y nacional. En este proceso, la convivencia entre macristas y libertarios sigue en construcción, con la mirada puesta en los próximos desafíos electorales y de gestión.


