Marcelo Moretti regresó formalmente a su cargo como presidente de San Lorenzo tras casi cuatro meses de licencia, en un contexto marcado por el rechazo de la dirigencia y el malestar de la hinchada. La vuelta del máximo directivo del club llegó luego de una carta documento enviada a la Comisión Directiva, en la que notificó la finalización de su licencia.

Su reaparición no fue sencilla. Antes de retomar sus funciones, Moretti visitó a los jugadores en un entrenamiento, donde también se reunió con Damián Ayude para anunciar su regreso y dejar en claro su intención de continuar al frente del club. Sin embargo, la interna dirigencial se hizo notar: la mayoría de los miembros de la Comisión Directiva expresaron su desacuerdo con su vuelta y, en una muestra de desaprobación, no asistieron a la reunión convocada por el propio presidente, quien terminó asistiendo solo.

El regreso de Moretti se da en un clima hostil. Los hinchas volvieron a manifestar su descontento durante el reciente clásico frente a Huracán, coreando en su contra desde las tribunas. A pesar de estas muestras de rechazo, el dirigente parece decidido a sostenerse en el cargo, apoyado por el respaldo institucional de la Asociación del Fútbol Argentino (AFA), que, por el momento, le permite seguir ejerciendo sus funciones.

Un dato significativo es que Moretti decidió no instalarse en la tradicional oficina presidencial de Avenida La Plata al 1700, sino que optó por trabajar desde el palco oficial del estadio Nuevo Gasómetro. La decisión no es casual: en esa oficina fue filmado en una cámara oculta recibiendo fajos de dólares, un hecho que detonó un escándalo interno y motivó una investigación judicial que aún continúa.

El primer día de regreso, Moretti permaneció en el palco del club desde el mediodía hasta pasada la noche, recibiendo la visita de asambleístas, empleados, abogados, delegados y miembros de la Comisión Fiscalizadora. La agenda, sin embargo, está marcada por la urgencia económica: el club enfrenta un pedido de quiebra por parte del Fondo Suizo, por un monto de 5,3 millones de dólares.

Desde el entorno del presidente aseguran que están en negociaciones para alcanzar un nuevo acuerdo de pago con el Fondo Suizo, aunque reconocen que será necesario realizar un desembolso considerable en el corto plazo para evitar males mayores. A esta situación se suma que San Lorenzo continúa inhibido por la FIFA, limitando aún más el margen de maniobra financiera de la institución.

La crisis económica se entrelaza con la inestabilidad política interna. Los dirigentes restantes aún no definen si renunciarán en bloque para forzar una acefalía, o si permanecerán en sus puestos hasta el final del mandato. Mientras tanto, el vicepresidente primero, Néstor Navarro, quien debía reemplazar a Moretti durante su licencia, optó por dar un paso al costado, profundizando la incertidumbre en la cúpula azulgrana.

Con un club asfixiado por las deudas, dividido en su conducción y con una hinchada impaciente, Marcelo Moretti enfrenta el desafío mayúsculo de conducir a San Lorenzo en medio de la tormenta. Su regreso, lejos de pacificar el ambiente, parece haber profundizado las diferencias y añadido nuevos capítulos a la crisis que atraviesa la institución de Boedo.