San Lorenzo atraviesa uno de los momentos más caóticos de su historia institucional. Mientras el club intenta encontrar una salida a su profunda crisis, Marcelo Moretti ha retomado el control del día a día desde el palco oficial del estadio, desoyendo a la mayor parte de la comisión directiva que no reconoce su regreso como legítimo.
Hace apenas 20 días, Moretti formalizó el levantamiento de su licencia, pero su reincorporación como presidente aún no fue avalada en una reunión de Comisión Directiva (CD), tal como exige el estatuto del club. Sin embargo, esto no detuvo a Moretti, quien comenzó a tomar medidas clave en la estructura del fútbol azulgrana. Entre las novedades más resonantes se encuentra la llegada de Walter Perazzo, quien asumió la dirección del fútbol juvenil, acompañado por el coordinador Marcelo Romano. Además, Gabriel Martínez Poch, ex preparador físico de Rubén Insúa, fue designado responsable de la metodología de preparación física de los juveniles.
Estas incorporaciones se suman a un equipo que ya cuenta con Angel Bernuncio como director de fútbol, Hernán San Martín en la subdirección de fútbol juvenil, Mario Rizzi a cargo del scouting, Norberto Ortega Sánchez en la secretaría de fútbol profesional y Darío Pacheco supervisando la estructura de la Ciudad Deportiva. Sin embargo, la mayoría de los directivos desconocen la validez de estos cambios y exigen que Moretti espere hasta que su vuelta sea aprobada formalmente en CD, una reunión que aún no tiene fecha definida.
La situación se volvió aún más insólita este martes, cuando el presidente se reunió con el plantel profesional, que atraviesa un fuerte malestar económico, e impulsó una conferencia de prensa para presentar la nueva estructura de inferiores. Sorprendentemente, Moretti no estuvo presente en el evento, que fue encabezado por un jefe de prensa recientemente nombrado.
El trasfondo de la disputa tiene raíces más profundas. Moretti está imputado en una causa judicial por «administración infiel», luego de que una cámara oculta lo mostrara recibiendo 25 mil dólares presuntamente a cambio de incorporar a un juvenil a las inferiores del club. Por este motivo, parte de la dirigencia sostiene que no puede retomar sus funciones hasta que la justicia resuelva su situación.
Mientras tanto, la conducción de San Lorenzo se resquebraja. Varios dirigentes, tanto del oficialismo como de la oposición, presentaron su renuncia en los últimos días. Entre ellos se destacan el secretario Martín Cigna y el prosecretario Uriel Barros, quienes dimitieron a sus cargos, así como dos vocales opositores. A su vez, Julio Lopardo y Leandro Goroyesky se apartaron de sus funciones de vicepresidente y tesorero, aunque permanecen como vocales. Todas estas renuncias deberán ser validadas en la próxima reunión de CD, que sigue sin fecha.
Actualmente, quedan 15 miembros activos en la comisión directiva. Si se produjeran cinco renuncias más, se podría forzar una acefalía institucional, lo que habilitaría a la Asamblea a designar una comisión de transición y convocar a elecciones anticipadas. Sin embargo, la falta de consenso sobre quién debería encabezar esa eventual transición mantiene a la entidad en un limbo, con la política interna priorizando disputas por sobre la urgencia de estabilizar al club.
El tiempo avanza, la crisis se profundiza y Moretti acelera la toma de decisiones, mientras la comisión directiva se encuentra dividida y sin rumbo claro. San Lorenzo, lejos de resolver sus conflictos internos, permanece sumido en una incertidumbre que amenaza con agravar aún más su ya delicada situación institucional.


