Verano Trippin irrumpe en la cartelera argentina como una propuesta fresca y audaz, marcando el debut en la dirección de Morena Fernández Quinteros. El filme, ambientado en la Patagonia, se desmarca de los lugares comunes del cine nacional con una historia vibrante que mezcla drama, thriller y acción, y que pone a prueba tanto a sus personajes como al espectador.
La película sigue a Toni (Miranda de la Serna) y Lena (Zoe Hochbaum), dos jóvenes amigas que sienten el peso del hastío en su vida cotidiana en el sur del país. Sueñan con juntar dinero y escapar de todo, un anhelo compartido por muchos jóvenes del interior argentino. Para lograrlo, deciden adentrarse en el negocio de la venta de drogas, comenzando con marihuana. Sin embargo, las circunstancias se complican rápidamente y las protagonistas se ven envueltas en una espiral de situaciones cada vez más peligrosas, que incluyen desde corrupción policial hasta dilemas morales inesperados.
Uno de los ganchos del filme es la presencia de Lali Espósito, quien encarna a Dolores, una dealer que oscila entre el misticismo de una chamana y la astucia de una vendedora de drogas. Aunque su rol es secundario, su intervención resulta determinante para el desarrollo de la trama. Espósito, habitualmente asociada a papeles más ligeros o cómicos en cine, se anima aquí a un registro dramático poco explorado en su carrera, tal como lo hiciera en la multipremiada Acusada. Su participación, aunque breve, agrega una cuota de intensidad y novedad que seguramente atraerá a sus seguidores y a quienes busquen propuestas distintas en el cine argentino.
El foco, sin embargo, está puesto en el vínculo entre Toni y Lena, interpretadas con notable solidez por De la Serna y Hochbaum. Ambas actrices logran transmitir la desesperación y el vértigo de dos jóvenes que, en busca de libertad, se ven arrastradas a situaciones límite. La química entre ellas es palpable, y el guion aprovecha esa energía para construir escenas cargadas de tensión emocional y riesgo, alejándose de los relatos adolescentes convencionales. No hay una protagonista que opaque a la otra; ambas llevan adelante la historia con igual fuerza y matices.
El elenco se completa con Ariel Staltari, conocido por su trabajo en El Eternauta, y Manu Fanego, quien interpreta a un policía inmerso hasta el cuello en la corrupción, aportando un contrapunto sombrío y realista al relato.
Verano Trippin se aleja de la fórmula y se presenta como una obra intensa, dirigida a un público adulto. La violencia, el peligro y la angustia que atraviesan las protagonistas no son edulcorados, sino que se muestran con crudeza y sin concesiones. El film, que dura apenas 68 minutos, es una bocanada de aire fresco en una cartelera a menudo dominada por propuestas previsibles.
La película puede verse en salas como Hoyts Abasto, Quilmes, Unicenter, Cinemark Palermo, Cinépolis Luján, Showcase Haedo y Atlas Nordelta.
Con este debut, Morena Fernández Quinteros se posiciona como una directora a seguir, capaz de narrar historias potentes y con una mirada distinta sobre los jóvenes y sus conflictos en el interior del país. Verano Trippin es, sin dudas, una de las apuestas más atractivas del cine argentino de 2025.


