La reciente clasificación de la Selección Argentina Sub 20 a la final del Mundial de Chile ha dejado en evidencia el papel crucial de Vélez Sarsfield como semillero de talentos. De los 21 jugadores que integran el plantel, siete pasaron por las divisiones inferiores del club de Liniers, una cifra que resalta la eficacia y la proyección de su modelo formativo.
Entre los destacados, cinco pertenecen a la categoría 2006: Maher Carrizo, Gianluca Prestianni, Alejo Sarco, Juan Manuel Villalba y Álvaro Busso. Los otros dos, Álvaro Montoro y Tobías Andrada, nacieron en 2007. Actualmente, solo tres de estos jóvenes permanecen en Vélez; dos fueron vendidos al exterior y otros dos partieron en condición de libres, en distintos contextos.
El caso de Alejo Sarco es ilustrativo de la dinámica actual. Tras disputar apenas nueve encuentros en Primera y convertir un gol en la final ante Estudiantes por la Copa de la Liga 2024, decidió no renovar su contrato, quedó libre y emigró al Bayer Leverkusen de Alemania. Por su parte, Juan Manuel Villalba, quien llegó a Vélez con apenas siete años, también se fue libre y recaló en Gimnasia y Esgrima La Plata.
El club, en tanto, concretó dos ventas significativas en el último tiempo. La transferencia de Gianluca Prestianni al Benfica de Portugal se cerró en 6,5 millones de dólares, con un 15% del pase aún en poder de Vélez. Álvaro Montoro, pese a una lesión, fue transferido a Brasil por una suma similar, incluyendo bonos por productividad. Estas operaciones reflejan la presión que enfrentan tanto la institución como los propios futbolistas, quienes muchas veces parten antes de consolidarse en el fútbol local.
Entre quienes siguen ligados a Vélez, Maher Carrizo renovó su contrato hasta fines de 2027, resistiendo ofertas del exterior. Tobías Andrada, en tanto, extendió su vínculo hasta 2029, mientras el arquero Álvaro Busso aún negocia su primer contrato profesional.
El éxito de Vélez como formador no es fruto del azar. La estructura conocida como «La Fábrica» ha sido el eje central del club durante décadas. La metodología fue detallada en 2020 por Pedro Larraquy, histórico exjugador y actual secretario técnico, junto a miembros clave del área de scouting, dirección técnica y preparación física. Desde entonces, el equipo de trabajo se ha mantenido mayormente estable, profundizando una filosofía que prioriza la formación integral y la inteligencia táctica de los jugadores por sobre la mera repetición automática.
El proceso de captación es masivo: cada temporada, entre 9.000 y 10.000 chicos se prueban para sumarse a las divisiones inferiores. El departamento de scouting, liderado por Hermes Campos, recorre todo el país, observa torneos locales e internacionales y realiza pruebas generales mensuales. Sin embargo, la consigna es clara: calidad por sobre cantidad, utilizando estadísticas propias para identificar las regiones más prometedoras.
Una vez detectados los talentos, el club avanza con convenios directos con las instituciones de origen, evitando negociar con familiares y priorizando el respeto por los clubes formadores. Estos acuerdos suelen incluir un porcentaje de futuras ventas y, en algunos casos, bonificaciones adicionales. El proceso de selección es riguroso; cada aspirante es observado a fondo, y el plantel técnico participa activamente en la evaluación y recepción de los jóvenes en la Villa Olímpica.
La formación, tanto táctica como física, se basa en un plan integral dividido en tres ejes: el modelo propio, la adaptación al rival y el desarrollo individual. Los juveniles atraviesan un proceso que abarca alrededor de 40 recursos y herramientas, orientados a que comprendan el «por qué» de cada acción en el campo, promoviendo la toma de decisiones inteligentes por sobre la ejecución mecánica.
La política de Vélez es clara y sostenida: ser un club formador, no comprador. Así, La Fábrica se ha consolidado como una usina de talentos, cuyo impacto trasciende las fronteras del club y se refleja hoy en el éxito de la Selección Sub 20, donde la huella de Liniers es más visible que nunca.


