La economía argentina afronta un momento delicado tras confirmarse una nueva contracción en el tercer trimestre de 2025, según los últimos datos difundidos por la consultora Orlando Ferreres & Asociados. El reciente informe de la entidad, basado en el Índice General de Actividad (IGA), muestra una caída del 0,8% en septiembre respecto al mes anterior, lo que consolida la sexta baja consecutiva y sella un trimestre negativo para la actividad.
El panorama que dibuja Ferreres está en sintonía con otros referentes del sector privado. De acuerdo a su relevamiento, el producto económico se retrajo un 0,3% entre julio y septiembre frente al trimestre anterior. De sostenerse esta tendencia en las estadísticas oficiales, Argentina habría ingresado formalmente en recesión por criterios técnicos, tras un breve repunte que se había dado entre fines de 2024 y comienzos de este año.
El curso descendente ya lleva siete meses y sitúa al indicador desestacionalizado del IGA un 0,9% por debajo del máximo reciente alcanzado en junio. Este ciclo de enfriamiento, que sucedió a una etapa de recuperación, se vio agravado por la erosión de los salarios reales y la inestabilidad financiera, factores que complicaron tanto el consumo de los hogares como la inversión empresarial. Las elevadas tasas de interés para el financiamiento profundizaron ese escenario adverso.
Sin embargo, el clima político renovó en parte las expectativas. La sorprendente magnitud del respaldo al oficialismo en las elecciones legislativas del último domingo modificó el humor de los mercados. Para Ferreres, este resultado relajó la presión cambiaria y contribuyó a restaurar la confianza en el rumbo económico. Aunque advierte que esto, por sí solo, no reactivará la economía, la consultora sostiene que el nuevo contexto podría allanar el camino para mejorar los ingresos y estimular el consumo y la inversión, ingredientes necesarios para salir del actual estancamiento.
El informe de Ferreres también detalla que, en comparación con septiembre del año anterior, el IGA experimentó una suba del 4,1%. Este crecimiento interanual estuvo impulsado, principalmente, por los sectores bancario, petrolero y minero. En particular, la producción de crudo saltó un 13,6%, aportando dinamismo al segmento energético. No obstante, la industria manufacturera arrojó el dato más negativo, profundizando la debilidad general del entramado productivo.
En el acumulado de los primeros nueve meses del año, el estudio de la consultora muestra un avance del 5,7% respecto al mismo período de 2024. Sin embargo, las cifras recientes han revertido esa tendencia positiva, instalando el desafío de revertir la recesión en el tramo final del año.
Otras consultoras privadas coinciden en el diagnóstico. Equilibra, por ejemplo, estimó una baja del 1% en su Estimador Mensual de Actividad Económica (EMAE) para septiembre, lo que arroja una caída del 0,7% en el tercer trimestre. Analytica, por su parte, proyectó una retracción del 0,3% para el mismo mes. Todo esto, en un contexto atravesado por el traspié electoral del oficialismo en la provincia de Buenos Aires y la intervención del secretario del Tesoro de Estados Unidos, Scott Bessent, quien buscó calmar las expectativas de los mercados.
El desafío para el Gobierno ahora será traducir el nuevo clima político en señales concretas que permitan recomponer salarios y confianza, reactivar el crédito y generar condiciones para que el consumo y la inversión vuelvan a ser motores del crecimiento. Los próximos datos serán clave para saber si el cambio de expectativas alcanza para torcer la tendencia recesiva.


