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    Jeremías Vizcaíno revoluciona el folclore con humor y malambo en «El último asao»

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    El folclore argentino encuentra en Jeremías Vizcaíno a uno de sus más osados renovadores. Nacido en Ayacucho, provincia de Buenos Aires, Vizcaíno ha construido una carrera que fusiona tradición, humor y una mirada personal sobre la vida pueblerina, elementos que confluyen en su espectáculo más reciente: «El último asao».

    La obra, estrenada en 2024 con un fragmento a modo de adelanto, es una mezcla singular de referencias: desde una recreación rural de La última cena bíblica hasta guiños al pintor Florencio Molina Campos, pasando por influencias del cine mudo de Charles Chaplin y Buster Keaton. El resultado es un show folclórico único, donde el malambo —baile emblemático argentino— ocupa un rol central, pero teñido de un humor liberador poco habitual en el género.

    Un artista forjado en la tradición y el pueblo

    Vizcaíno, de 33 años, creció en Tandil y luego se trasladó a Buenos Aires para estudiar folclore en la Universidad de las Artes. Su camino hacia la danza comenzó de manera fortuita, por sugerencia de la novia de su abuelo, y fue consolidado por una «maestra» —como él prefiere llamar a su primera profesora— en el Centro tradicionalista Tandil. Hoy, combina la docencia, la producción audiovisual y la creación artística, siempre con el humor como bandera: “El humor es una forma de liberación para mí”, asegura.

    En sus obras, Vizcaíno suele retratar la vida y los personajes de su pueblo natal: la madre, el cura, el carpintero, el policía, todos esos arquetipos que, según él, constituyen el verdadero folclore. «Me interesa ir más allá del estereotipo del gaucho y la paisana, y volver a Ayacucho para encontrar esas singularidades que existen en los pueblos», explica.

    El malambo, la risa y la crítica social

    «El último asao» destaca por su innovador uso del malambo. Los personajes —el cura, la «bandida rural» inspirada en los bandidos sociales de principios del siglo XX, entre otros— zapatean en escenas cargadas de humor y guiños históricos. La obra se sitúa en esa época y retoma figuras del libro Bandidos rurales de Hugo Chumbita, también homenajeado por León Gieco.

    Esta no es la primera vez que Vizcaíno desafía los cánones del folclore. En 2019, junto a un quinteto de zapateadores, creó «Malam-Ábalos», homenajeando a los hermanos Ábalos con trajes y corbatas, e incorporando el humor como elemento central. Llamativamente, fueron invitados como bailarines al Festival de Malambo de Laborde, un evento históricamente reservado a músicos y cantantes. El espectáculo también fue presentado en el Pre Cosquín, donde, a pesar del reconocimiento, recibieron la crítica de no haber incluido suficiente malambo tradicional.

    Otra de sus creaciones, «Por el pancho y la Coca», alude irónicamente a la realidad de los bailarines en festivales, quienes suelen recibir ese modesto pago, en contraste con los grandes cachés de otros artistas. Esta obra recorrió distintos escenarios del país durante dos años, siempre con el malambo como base y el humor como hilo conductor.

    Homenajes y rupturas

    Vizcaíno reconoce en Chaplin y Keaton grandes influencias, y utiliza máscaras que evocan el arte de Molina Campos como un guiño lúdico. «El último asao» también es un homenaje personal: está dedicado a su padre, fallecido el año anterior, a quien le atribuye el haber sostenido su vocación artística.

    El elenco de «El último asao» está compuesto por trece intérpretes, en alusión a los comensales de la última cena, quienes combinan música en vivo (bombo, guitarra, flauta y voces) con danza y actuación.

    Una mirada crítica al circuito folclórico

    Vizcaíno valora festivales como Laborde, donde ha participado como bailarín, pero busca abrir nuevos espacios para el folclore, especialmente en el teatro. Cuestiona la falta de apertura a propuestas innovadoras en los certámenes y la tendencia de ciertos grupos a exportar versiones simplificadas del malambo, aptas para shows televisivos o de circo, pero incapaces de sostenerse durante una hora completa en escena.

    Incluso en grandes escenarios como el Gran Rex, donde bailó con Malevo, Vizcaíno sintió que el público no siempre comprendió sus interludios humorísticos, diseñados como una parodia de los números tradicionales.

    Para Vizcaíno, la mejor manera de conciliar la nostalgia del pueblo con la vida acelerada de la ciudad es a través de la danza folclórica. «El último asao» es expresión fiel de esa búsqueda, y podrá verse el viernes 31 de octubre a las 21 en Hasta Trilce, Maza 177, CABA.

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