La NBA se encuentra en el ojo de la tormenta tras la detención de figuras prominentes como Terry Rozier, de Miami, el entrenador de Portland Chauncey Billups y el exjugador y coach Damon Jones, acusados por el FBI de participar en actividades de apuestas ilegales, manipulación de resultados y crimen organizado. Este caso ha despertado la alarma no solo en el ámbito deportivo, sino también en las altas esferas del gobierno estadounidense.
El jueves 23, el FBI anunció la detención de 34 personas, entre ellas los mencionados Rozier, Billups y Jones. El base Terry Rozier enfrenta acusaciones de colaborar con apostadores para manipular el resultado de partidos, facilitando información confidencial sobre otros jugadores y ayudando a sus cómplices a obtener beneficios económicos a partir de sus propias estadísticas. La investigación sobre Rozier comenzó en marzo de 2023, cuando jugaba en Charlotte. Las casas de apuestas legales alertaron a la NBA sobre un patrón inusual de apuestas en un partido entre los Hornets y New Orleans, en el que Rozier jugó apenas 9 minutos y medio. Esa noche, se apostaron más de 200.000 dólares a que su rendimiento sería inferior a los parámetros habituales, lo que llamó la atención de las autoridades.
Por su parte, Damon Jones, quien fue entrenador asistente en el Cleveland campeón de 2016, es sospechado de haber compartido información sobre lesiones a personas vinculadas con apuestas deportivas. Chauncey Billups, en tanto, está principalmente acusado de participar en partidas ilegales de póquer conectadas con la mafia, donde se habrían utilizado tecnologías sofisticadas como gafas especiales y mesas de rayos X para estafar a otros jugadores por millones de dólares.
La gravedad del caso llevó a la Comisión de Energía y Comercio de la Cámara de Representantes a enviar una carta a Adam Silver, comisionado de la NBA, exigiendo detalles sobre la situación y citándolo a una reunión antes del viernes. El Congreso busca respuestas sobre cinco cuestiones fundamentales: el alcance de las prácticas fraudulentas, las medidas de la liga para evitar la divulgación de información privada, la efectividad del Código de Conducta, las posibles lagunas en las regulaciones y si la NBA está reconsiderando sus acuerdos con casas de apuestas.
El caso de Rozier no es el primero en la NBA. En julio del año pasado, Jontay Porter, exjugador de Toronto Raptors, fue expulsado de por vida tras admitir su implicación en apuestas ilegales. La reiteración de estos episodios ha encendido el debate sobre la regulación de las apuestas deportivas en Estados Unidos. Desde que la Corte Suprema anuló en 2018 la ley federal que restringía el juego, la responsabilidad recayó en los estados, generando una industria millonaria con escasa supervisión nacional.
Paul Tonko, miembro del Comité de Energía y Comercio y promotor de un proyecto para establecer normas federales, advirtió: “Escándalos como este muestran lo que ocurre cuando la industria de las apuestas deportivas crece sin suficiente control. El acceso fácil al juego pone en riesgo la confianza del público en los deportes. Es hora de que la NBA y otras ligas apoyen la creación de estándares nacionales de seguridad”.
En respuesta a la investigación, la NBA apartó de inmediato a Rozier y Billups de sus respectivos equipos y anunció la apertura de una investigación interna, además de reafirmar su cooperación con las autoridades. Adam Silver, comisionado de la liga, expresó su angustia tras conocerse la noticia: “Me sentí profundamente perturbado. No hay nada más importante para la liga y sus aficionados que la integridad de la competencia”.
El futuro inmediato de la NBA dependerá tanto de las conclusiones de las investigaciones federales como de las medidas que la liga tome para restaurar la confianza y prevenir futuros escándalos en un contexto donde las apuestas deportivas continúan expandiéndose sin un marco regulatorio nacional sólido.


