Esta semana, la Asamblea General de las Naciones Unidas (UNGA) volverá a tratar una cuestión histórica: el pedido para levantar el embargo económico que Estados Unidos mantiene sobre Cuba desde la Guerra Fría. En este contexto, la Argentina se prepara para definir su postura, marcada por alineamientos internacionales y tensiones internas que han dejado huella en la diplomacia local.
El peso de la Casa Blanca y la influencia de Trump
La administración de Javier Milei ha dejado claro su alineamiento con la política exterior de Donald Trump. Salvo un giro inesperado por parte del expresidente republicano, Estados Unidos volverá a rechazar en la ONU el levantamiento de las sanciones a la isla. En línea con esa postura, Argentina se inclina a votar de la misma manera, como parte de una estrategia de apoyo incondicional a Washington y su líder más influyente dentro del Partido Republicano.
Esta adhesión a la política estadounidense trasciende la cuestión cubana. Milei ha sostenido públicamente su rechazo al comunismo y ha mostrado afinidad con la retórica y las prioridades de Trump, incluyendo el desafío a la Agenda 2030 de desarrollo sustentable impulsada por la ONU. Todo esto condiciona la política exterior argentina, especialmente en cuestiones donde la Casa Blanca marca la cancha.
El embargo a Cuba: una disputa global sin efectos vinculantes
El embargo estadounidense a Cuba, instaurado inicialmente en 1960 y reforzado en varias ocasiones desde entonces, vuelve cada año al debate internacional. La mayoría de los países miembros de la ONU respalda el pedido de La Habana para levantar las sanciones, aunque la resolución no tiene efectos vinculantes. Este año, fuentes diplomáticas latinoamericanas anticipan que la moción volverá a recibir un apoyo mayoritario, aunque posibles abstenciones o votos en contra podrían crecer, especialmente entre naciones europeas molestas con el respaldo cubano a Rusia en la guerra de Ucrania.
Un voto que sacudió la Cancillería argentina
En el plano local, la posición argentina respecto al embargo ha generado controversias profundas en el seno del gobierno. El tratamiento del tema fue decisivo en el desplazamiento de Diana Mondino del Ministerio de Relaciones Exteriores. En octubre pasado, en plena campaña de Milei por fortalecer lazos con Trump y con la canciller ocupada en otros frentes, el voto argentino a favor del levantamiento del embargo fue decidido por el vicecanciller Eduardo Bustamante y funcionarios cercanos a Santiago Caputo. Se argumentó que el respaldo cubano a la causa Malvinas justificaba el apoyo argentino al fin de las sanciones.
La reacción no se hizo esperar. Tras la votación, un reconocido medio digital celebró la decisión como favorable al «libre comercio», aunque luego eliminó la publicación. Al enterarse, Milei ordenó la salida de Mondino, impulsó un sumario ideológico contra diplomáticos de carrera y puso en pausa la actividad visible de la Cancillería. El empresario Gerardo Werthein, que asumió el cargo tras la salida de Mondino, renunció menos de un año después y sin llegar a definir una postura propia sobre Cuba.
Funcionarios de bajo perfil y una diplomacia en piloto automático
Tras los episodios que sacudieron al Palacio San Martín, la representación argentina ante Naciones Unidas y el gabinete de la Cancillería quedaron en manos de funcionarios de carrera de menor rango. Esta decisión marcó un contraste con la tradición de enviar diplomáticos experimentados a esos puestos clave, reflejando la cautela -y el desgaste- que dejó la crisis interna seguida al voto sobre Cuba.
Un escenario internacional en cambio
Mientras la UNGA se prepara para una nueva votación simbólica sobre el embargo a Cuba, la Argentina muestra cómo los alineamientos internacionales y las disputas internas pueden transformar no solo la política exterior, sino también la estructura de la propia diplomacia. La decisión, aunque no cambie la situación en la isla, revela la profundidad de las pujas políticas en el país y los desafíos que enfrenta Milei para sostener su rumbo en tiempos de definiciones globales.


