El Banco Central de la República Argentina (BCRA) anunció una medida largamente esperada por el sector financiero: a partir del 1° de noviembre, los bancos podrán computar el efectivo mínimo requerido como respaldo de los depósitos en base a un promedio mensual. Hasta ahora, dicha obligación debía cumplirse de manera diaria, lo que generaba tensiones en la administración de la liquidez y complicaba la gestión financiera de las entidades.
La modificación implica que los bancos tendrán que mantener, como mínimo, el 95% del encaje total todos los días, pero solo deberán llegar al 100% del requerimiento al cierre del mes. Actualmente, el encaje promedio exigido se ubica en un 53,3% de los depósitos, el nivel más alto en tres décadas, establecido durante el endurecimiento monetario previo a las elecciones de medio término.
La decisión del BCRA, presidido por Santiago Bausili, marca un giro en la política monetaria implementada en los últimos meses. La estrategia anterior buscó restringir la oferta de pesos para frenar la presión sobre el dólar, pero dejó al mercado financiero con escasa liquidez y tasas de interés extraordinariamente elevadas. En semanas recientes, las tasas de corto plazo llegaron a superar el 200% nominal anual, y en algunos casos, como los Repos, alcanzaron incluso el 250%.
Según el propio organismo, el objetivo de flexibilizar los encajes es brindar mayor margen de maniobra y eficiencia a los bancos en la gestión de fondos, además de reducir la volatilidad de las tasas de interés. La expectativa en el sector financiero era alta, aunque se esperaba una medida de alcance aún mayor.
El cambio en la política de encajes se produce en un contexto donde el Gobierno busca comenzar a bajar las tasas de interés, aunque eso implique menores niveles de renovación de deuda pública. En la última licitación del Tesoro, el roll over fue de solo el 57%, lo que permitirá que el mercado reciba unos $5 billones adicionales. Analistas interpretan que la prioridad oficial ahora es reducir el costo del dinero, lo que podría llevar las tasas de referencia a un rango de entre el 30% y el 40%.
La decisión de exigir el cumplimiento diario de los encajes, tomada en agosto, fue objeto de críticas desde el sector bancario, que la consideraba excesivamente restrictiva e inadecuada para las necesidades operativas cotidianas de las entidades. En varias reuniones con el presidente del BCRA, los bancos manifestaron que la norma dificultaba gravemente la administración de la liquidez y el otorgamiento de créditos.
En paralelo, el vicepresidente del BCRA, Vladimir Werning, expuso recientemente ante inversores internacionales en Washington el nuevo enfoque que la entidad prevé para el esquema monetario. Allí explicó que la demanda de pesos cayó fuertemente antes de las elecciones, pero que, con la reactivación económica, podría iniciarse un proceso de recomposición de reservas en 2026 sin necesidad de absorber liquidez adicional. Werning señaló que reinyectar pesos a la economía será clave, y que el modelo de usar el endeudamiento del sector público como mecanismo para captar pesos está agotado. En cambio, propuso que la financiación externa y el acceso a nuevos flujos de divisas serían las fuentes para impulsar el crecimiento.
En este contexto, los bancos jugarán un papel central en la reactivación económica. El economista Federico Filippini subrayó que la recuperación del crédito es fundamental para el crecimiento, y para ello se requiere una normalización de la política de encajes, que durante los últimos meses fue marcadamente restrictiva. La vuelta del crédito, con una mayor liquidez y tasas más bajas, podría ser el motor para dinamizar la economía y atender las necesidades del sector privado.
La flexibilización de los encajes por parte del BCRA, entonces, no solo representa un alivio para las entidades financieras, sino que también abre el camino a una reducción de tasas y a una mayor disponibilidad de crédito, factores clave para encarar una nueva etapa de crecimiento económico en la Argentina.

 
                                    
