La contundente victoria del oficialismo en las elecciones del pasado domingo desató una ola de optimismo en los mercados financieros, generando una caída pronunciada en las cotizaciones del dólar, especialmente en los segmentos MEP y CCL. Sin embargo, la euforia tuvo corta duración: al día siguiente, el tipo de cambio oficial repuntó de manera significativa y cerró apenas un 1,7% por debajo del techo de la banda establecida, que actualmente se ubica en $1.494,50.
El rebote del dólar no pasó inadvertido para los analistas, quienes señalaron que parte de la suba podría explicarse por movimientos especulativos de grandes inversores. Estos habrían influido en la cotización con vistas al vencimiento de la letra D31O5, que se paga esta semana y está indexada al tipo de cambio mayorista. La cotización de cierre de la jornada será la referencia clave para este instrumento, lo que habría incentivado operaciones destinadas a elevar el valor del dólar temporalmente.
A pesar del alivio inicial, persisten desafíos considerables para la política cambiaria argentina. Diversos especialistas advierten que el sistema actual de bandas cambiarias no está logrando alejar sostenidamente al dólar del techo, dificultando la acumulación de reservas por parte del Banco Central, una prioridad en el actual contexto de acceso restringido al financiamiento externo.
¿Es hora de modificar el esquema de bandas?
Joaquín Waldman, economista e investigador del CONICET, sostiene que bajo el régimen vigente es más probable que se pierdan reservas que se logren acumular. Propone que el equipo económico, liderado por Luis Caputo, ajuste tanto el piso como el techo de la banda cambiaria para reflejar mejor la realidad del mercado. Según Waldman, una estrategia efectiva sería permitir primero la compra de reservas y, a partir de ese nuevo nivel, redefinir los valores mínimos y máximos de la banda.
En un informe presentado al Instituto Interdisciplinario de Economía Política (IIEP), Waldman subrayó la importancia de fortalecer las reservas para evitar una apreciación excesiva del peso, lo que podría deteriorar la cuenta corriente en un escenario donde Argentina no cuenta con acceso a los mercados internacionales ni a nuevos aportes de organismos multilaterales.
Por su parte, Sebastián Menescaldi, director de la consultora EcoGO, considera que el tipo de cambio real es competitivo en la actualidad. Sin embargo, advierte que podría no ser suficiente para la acumulación de reservas que necesita el país mientras continúe sin financiamiento externo. Sugiere que un tipo de cambio algo más alto podría ayudar a cumplir con este objetivo.
La consultora Abeceb también remarca que la estabilidad lograda tras las elecciones debe ser consolidada mediante dos pasos: aumentar las reservas y mejorar las condiciones para refinanciar la deuda pública. El fortalecimiento de las reservas allanaría el camino para levantar restricciones cambiarias sobre las empresas, mientras que un tipo de cambio competitivo facilitaría la apertura económica sin perjudicar al sector transable ni al empleo.
Factores de oferta y estacionalidad
Más allá de la política cambiaria, existen factores estructurales que inciden sobre la dinámica del dólar. Noviembre suele ser un mes de baja liquidación de exportaciones agropecuarias, lo que limita la oferta de divisas. La consultora Analytica prevé que esto reducirá las probabilidades de apreciación del peso en el corto plazo, especialmente porque la demanda de dólares para transacciones sigue siendo fuerte. Menescaldi coincide en que la baja oferta de divisas, agravada por la decisión oficial de adelantar liquidaciones, mantendrá al dólar en niveles elevados.
Sin embargo, Waldman relativiza el peso de la estacionalidad, al recordar que el acceso al dólar sigue restringido para las empresas y que recientemente se reintrodujeron restricciones cruzadas. En su opinión, en ausencia de cepo, los movimientos del tipo de cambio estarían más ligados a los flujos comerciales; pero actualmente, los factores estacionales no son determinantes.
En conclusión, el equipo económico deberá encontrar un delicado equilibrio entre la oferta y la demanda de divisas, y ajustar el esquema cambiario para garantizar la acumulación de reservas. La tarea no será sencilla, dada la persistencia de presiones sobre el dólar y las limitaciones que enfrenta Argentina en el acceso a recursos externos.


