En una jornada cargada de simbolismo político, Cristina Fernández de Kirchner recibió en su departamento de San José 1111 a Carlos Maslatón, figura polémica y excompañero de Javier Milei en La Libertad Avanza. El encuentro, que se dio en el marco de la prisión preventiva que cumple la exmandataria tras su condena en la causa Vialidad, sorprendió por el cruce de trayectorias y posturas históricamente opuestas.

Maslatón, abogado e influencer financiero, fue en otros tiempos un duro crítico de Cristina Kirchner y activo participante de las protestas opositoras durante su segundo mandato. Sin embargo, tras la reunión, ambos se mostraron con un tono dialoguista y destacaron la importancia de tender puentes en un país marcado por la polarización.

El propio Maslatón relató la visita en un extenso mensaje publicado en redes sociales, que comenzó con una cita bíblica tomada del Nuevo Testamento: “Bienaventurados los que padecen persecución por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos”. Con estas palabras, el exconcejal porteño hizo una crítica implícita al Poder Judicial por la situación de la ex presidenta y calificó a esa frase como «uno de los mensajes más fuertes de la historia de la humanidad». Consideró que las Bienaventuranzas son aplicables a «las injusticias actuales».

Durante la conversación, según reveló Maslatón, se abordaron temas como la economía argentina y los errores financieros del gobierno actual. Además, le manifestó a Cristina su convicción de que la sentencia en su contra estuvo motivada políticamente. «Perteneciendo yo a la generación política de 1983, no acepto encarcelar al adversario para proscribirlo de la competencia electoral», afirmó, dejando clara su postura sobre la judicialización de la política.

Por su parte, la ex presidenta describió el encuentro como “muy bueno” y valoró especialmente lo que, según sus palabras, «no se dijo pero está implícito»: la posibilidad de dialogar, compartir y coincidir en cuestiones esenciales para la reconstrucción nacional, incluso entre personas con trayectorias y militancias que, a lo largo de los años, fueron antagónicas.

Maslatón no esquivó su pasado de confrontación con Cristina Kirchner. Admitió que fue «muy crítico» de su gobierno entre 2012 y 2013 y recordó su participación en las marchas opositoras de aquellos años. Reconoció que, en ese entonces, él y muchos otros veían al país «marchando hacia el chavismo venezolano», aunque ahora considera que fue «una mala interpretación», ya que, según él, tanto Cristina como el peronismo mostraron tolerancia hacia la disidencia y condena a cualquier intento de violencia política.

Uno de los temas abordados en la reunión fue el vínculo con Irán y la causa AMIA. Maslatón compartió con la ex presidenta detalles de una reunión que mantuvo años atrás con Shimon Peres, entonces presidente de Israel, quien, según contó el abogado, habría agradecido las gestiones tanto de Cristina como de Néstor Kirchner en ese delicado asunto.

El encuentro fue facilitado por Eduardo Valdés, diputado kirchnerista y amigo personal de Maslatón desde hace más de cuatro décadas, quien también supo militar en la política universitaria junto al abogado durante la transición democrática.

En su mensaje de cierre, Maslatón expresó: «Le deseo todo lo mejor a CFK, apreciada por gran parte de la población argentina y que merece respeto. En sus 8 años de gobierno tuvo aciertos y errores, como todos, pero siempre intentó lo mejor para el país».

La agenda de Maslatón no se limitó a la política. Horas después del encuentro con Cristina Kirchner, fue anfitrión de una cena junto al exentrenador de Boca Juniors, Carlos Bianchi, en su departamento del Edificio Kavanagh. Allí participaron también la politóloga Valentina Etulain, Diego Giacomini —otro exaliado de Milei, hoy distanciado del Presidente— y la abogada Mariquita Delvecchio, pareja de Maslatón.

Este cruce de caminos y posturas parece abrir un nuevo capítulo en la política argentina, en el que el diálogo y la autocrítica cobran protagonismo entre actores que, hasta hace poco, parecían irreconciliables.